GRAN FIESTA DE ROLANDO VILLAZÓN EN EL KURSAAL

El Kursaal es un espectacular edificio acristalado de Rafael Moneo inaugurado en el año 1999. Espectacular por su arquitectura y también por su ubicación en el corazón de San Sebastián, justo en el punto donde el rio Urumea se junta con el mar. De noche es especialmente hermoso, con las luces que destacan su estructura vítrea, recortado frente a la oscuridad de la playa.

Allí nos dirigimos el viernes por la noche Judit, Carme y yo, llegadas en tren ese mismo día, para asistir al segundo concierto europeo de la gira ¡México! de Rolando. Como en su día estuvimos atentas al inicio de la venta de las entradas, teníamos tres butacas de primera fila, centradas. Nuestra sorpresa (y alegría!) vino cuando comprobamos que el escenario estaba justo a un metro de las  localidades, y elevado solo medio metro. O sea, que íbamos a tener a Rolando cantando delante nuestro, muy cerca, durante todo el concierto.

Ya antes de entrar, encontré a una pareja de amigos del Liceu, que me comentaron que habían sabido hace poco de este concierto a través del Blog, y se apresuraron a adquirir entradas, aunque sólo quedaban de las situadas más lejos del escenario. El concierto entraba en el abono del Kursaal, por lo cual sólo habían salido a la venta 500 entradas de las 1800 de aforo. Os he de confesar que esto me generaba ciertas dudas, porque no es lo mismo un teatro repleto de personas que han comprado su localidad para ese concierto, que uno en el que sólo lo han hecho el 20% de los asistentes. Ya os adelanto que al final el teatro terminó al 100% villazonista.

Entraron primero los Bolivar Soloists y luego Rolando. Para empezar y finalizar (espero) con el debate sobre su vestuario: iba impecablemente vestido, elegante y adecuado para el repertorio. 

Rolando se metió al público en el bolsillo con su saludo inicial, con unas frases en euskera y un divertido comentario sobre si lo que había dicho era lo adecuado o si la persona que se lo había traducido le había hecho decir una barrabasada. Eso no lo sabemos, pero lo cierto es que, dijera lo que dijera, el público aplaudió agradecido, y nosotras también, apoyando su reconocimiento a la tierra que le acogía.

Las piezas interpretadas en la primera parte fueron:

Obertura mexicana - instrumental (Efrain Oscher), El Reloj (Roberto Cantoral), Noche de Ronda (Agustín Lara),  Dime que si (Esparza Oteo), Fuga con pajarillo - instrumental (Aldemaro Romero), Bésame mucho (Consuelo Velázquez) y Veracruz (Agustín Lara).

Rolando presentó a su orquesta acompañante como formada por personas de muchos paises: de Venezuela Uruguay, España, Argentina (nadie es perfecto, bromeó, para añadir que lo dijo como venganza por la eliminatoria del Mundial), Alemania, Canadá y Pais de Gales. Añadió también que quería destacar la labor como arreglistas de estas composiciones de Efrain Oscher y Gonzalo Grau.

Desde el primer momento, se vio y escuchó a un Rolando muy seguro y cómodo en el escenario. Como es habitual en él, Rolando se entregó al 100 % o más en satisfacer, implicar, hacer reir y emocionar al público, interpretando cada canción con los matices necesarios para compartir el amor, los celos, la pasión, la ternura, o la belleza de una playa mexicana. Cada canción tuvo un mundo propio, intenso y vivido, en el escenario y en la sala. Dicen que el público vasco no es especialmente caluroso, pero, desde luego, no lo podemos confirmar, pues en todo momento el ambiente estuvo impregnado de una gran calidez. Por lo que escuchamos en el entreacto, muchos de los asistentes descubrían a Rolando aquella noche. Y fue un flechazo entre el público donostiarra y el tenor. Sólo oíamos que comentarios elogiosos, sorprendidos, de satisfacción. 

NOCHE DE RONDA

La segunda parte se inició con la interpretación instrumental de Granada (Agustín Lara), por parte de los músicos, destacando la interpretación solista de la trompeta de Francisco Flores, largamente aplaudido por el público. 

Continuó Rolando interpretando Solamente una vez (Agustín Lara) y Comprendo (Daniel Catán), acompañado aquí solo por el pianista Rhodri Clarke. Los Bolivar Soloists interpretaron La Bikina (Rubén Fuentes). Rolando siguió con Besos robados (Jorge del Moral), Perfidia (Alberto Domínguez), y Júrame (María Grever), anunciada como la última canción. Pero ante la insistencia y el entusiasmo del público,  Rolando y los Bolivar Soloist nos obsequiaron con tres interpretaciones más: el Jarabe Tapatío – instrumental (Jesús González Rubio), el mix Cielito lindo/México Lindo (Q.Mendoza/Ch.Monge) y, finalmente un divertidísimo fin de fiesta con una muy personal interpretación de La Cucaracha, con Rolando bromeando con los músicos y haciendo cantar al público. 

COMPRENDO

BESOS ROBADOS

Al finalizar, le entregamos a Rolando una gran flor roja. Y también otra para los Bolivar Soloists, que recibió  como director un sorprendido Efrain. Era evidente la satisfacción generalizada en público e intérpretes y los saludos y los aplausos duraron muchos minutos y fueron intensos. Después de un largo rato en el escenario, Rolando se despidió del público con estas palabras...

Al final del concierto Rolando, como habitualmente, atendió a sus seguidores en una mesa en el hall del auditorio. A diferencia de quien firma como un autómata, Rolando mira a los ojos a la persona que tiene delante, y no le importa si esperan 10 o esperan 100, él dedica su tiempo a cada persona, personalizando ese momento, aunque sea breve, de modo que todo el mundo sale con una sonrisa en los labios. Uno de los comentarios mas escuchados fue "Rolando ¿cuando volverás a cantar en San Sebastian?".

El álbum de ¡México! nos pareció magnífico cuando lo escuchamos, pero las tres coincidimos en que ver el concierto en directo es infinitamente mejor. Rolando puede hacer grandes interpretaciones en un estudio de grabación, pero es en comunión con el público cuando adquiere toda su fuerza comunicativa, su intensidad de matices y la plenitud y belleza con la que nos participa sus emociones. Eso, aunque ya lo sabíamos, quedó en relieve esa noche.

Pero los Bolivar Soloists, perfectos acompañantes en el álbum, fueron la sorpresa de la noche, porque realmente son una formación de una calidad altísima, que sonaron extraordinariamente tanto con Rolando, como en sus interpretaciones instrumentales. Son unos músicos excelentes, tienen calidad técnica, brillo, gracia, contundencia y calidez. Se percibe claramente que su entendimiento va más allá del terreno musical, que disfrutan tocando juntos y que están felices por hacerlo. Tanto entre ellos, como con Rolando.

En definitiva, un concierto-fiesta de aquellos en que todo el mundo sale más feliz de lo que entró. Otra vez, Eskerrik asko, Rolando! 

Judit, Carme, Teresa