3 juil. 2011

PLÁCIDO DOMINGO EN BARCELONA, ENTREVISTA EN LA VANGUARDIA

foto: Gómez Xavier, La Vanguardia

A punto ya de sus dos actuaciones en el Liceu, en el Tamerlano de Handel, los dias 6 y 9 de julio, Plácido Domingo está ya en Barcelona para los ensayos, y recibió ayer la Medalla de Oro del Círculo del Liceu. Hoy La Vanguardia publica esta entrevista, y la reproduzco entera (con error "Tameriano" incluido) porque, pasado el día de su publicación, su texto no sería accesible.

Plácido, apasionado, sensible, jovial y en activo; Plácido capaz de bucear en el drama de la ópera Tameriano, de Händel, que ayer ensayaba en el Liceu –se verá del 6 al 9 en formato concierto– y acto seguido sumergirse en una cena de homenaje para recibir la Medalla de Oro del Cercle del Liceu. Plácido, piel tostada, cabellos frondosos y andar resuelto. Plácido subido al podio del más grande artista lírico de donde su milagrosa voz no le permite bajar, ni a sus 70 años. Recién llegado de París donde ha dado vida a Pablo Neruda en Il Postino –el novedoso título del malogrado compositor mexicano Daniel Catán– Plácido atiende a La Vanguardia en el Cercle del Liceu.

¿Ha sido positiva la experiencia en la piel de Pablo Neruda?
Muy positiva, tanto para el público de Los Angleses, como el de Viena y ahora el de París. Un exitazo y al mismo tiempo una experiencia muy triste porque en abril perdimos a Catán. Pero qué se le va hacer, digo, es la vida. Los resultados han sido extraordinarios. Me gustaría traer esta obra al Liceu.
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¿Se siente más expuesto cuando interpreta a un personaje real y en una ópera que adapta un título cinematográfico conocido por el gran público?
Cuando los personajes son históricos son más interesantes. Me he documentado mucho sobre Neruda, como ser humano, como artista y como político. Cualquiera que sea el personaje, tratas siempre de poner mucho de cómo crees que fue, pero irremediablemente vas a ser tú mismo.

¿Es una buena fórmula adaptar películas para abrir la ópera al gran público? Usted ya participó con David Cronenberg en La mosca.
El público se ha desarrollado mucho en la mayoría de las capitales y en los centros importante como es este Teatro del Liceo, que tiene cada día más variedad de repertorio. Creo que está acostumbrado a todo, es decir, ya no es aquel público que siempre quiere ver lo tradicional. Lo mismo ve lo tradicional, el clasicismo tremendo, como ve un estreno mundial u obras atonales. Está mucho más preparado y cuenta con un repertorio mayor, con mucho Händel, el género barroco, el clásico y abundante Janácek, del que antes se hacía Jenufa y ya era demasiado, y ahora se hace también Totenhaus, Katia Kavanová... Y las hay escandinavas, más el repertorio ruso, que ha crecido muchísimo, o las obras veristas desconocidas.

¿Qué opina de la polémica entre puristas y reformistas de las puestas en escena del repertorio?
Hay maneras de presentar las obras, sacarlas de su época, hacer otras cosas. Pero lo que yo quiero ver todavía es que nos cuenten la historia bien. Y hay gente que abusa, que hace escándalo con sus presentaciones. Eso no lo toleraría en mi teatro. Como director de teatro yo no sólo voy a lo que a mí me gusta; también a lo que le gusta al público y me inclino un poco hacia la crítica. Pero lo que no quiero ver son producciones de esas que sólo se hacen una vez, que no son tradicionales ni son modernas y sin embargo ofenden un poco al oyente. 
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Abandona ahora la dirección de la Ópera Nacional de Washington. ¿Qué balance hace?
El jueves me despedí tras 15 años de los que estoy orgulloso. La compañía creció, la hemos internacionalizado, pero ahora es mejor dejar que venga una renovación. 
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Y ahora se concentra en la Ópera de Los Ángeles. ¿Tiene algún proyecto contra la crisis?
En Estados Unidos ha habido que acortar la progamación, como en los teatros de Europa. La crisis ha azotado a todos, no podemos hacer mucho más. 
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¿Ha tenido la tentación de soltar un discurso como el de Ricardo Mutti en Milán, reivindicando que la ópera es esencial para la cultura y que no puede sufrir recortes sin que los montajes se deterioren?
Y qué se puede hacer. Cuando hay una crisis así a muchos les afecta y algunos a los que no les afecta también la utilitzan. Es decir... yo he estado dando mucho y hay tantas cosas a las que dar. El mecenazgo es algo muy extendido, especialmente en Estados Unidos, y todo el mundo ayuda a tantas causas que al final es un poco difícil, ¿no? 
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Su imagen ayuda al mecenazgo. Y hablando de imagen, en su web se le escucha cantando Granada. ¿Lo ha escogido usted? ¿La actualiza personalmente?
La verdad es que no la actualizo pero me voy a meter de lleno. 
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¿Es una vida paralela en la que debe cuidar su imagen?
Sí, porque desgraciadamente, y digo desgraciadamente porque creo que antes vivíamos más tranquilos, internet está aquí. Yo no estoy metido, considero que ver ahí las noticias, etcétera, te quita el tiempo. Tiene sus ventajas, pero también cosas malas. Por ejemplo, a un artista le sucede algo en un teatro, algo que no ha ido bien, y en menos de tres horas todo el mundo está enterado. Hoy cualquier cosa está ahí, sin tiempo a reflexionar. Hay un abuso sobre la forma en que la gente aboca su opinión y cambia de idea. Lo veo sobre todo en la televisión: la gente está todo el día conectándose y ves las opiniones que dan y bueno... 
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¿Sus nietos llevan su música en el iPod? ¿Les gusta oírle?
¡Les encanta! Van a venir a Valencia a verme [dirigirá en el Palau de les Arts con motivo del centenario de Gian Carlo Menotti]. 
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¿Pero ha tenido usted que convencerles o han salido convencidos?
Están convencidos. Ahora oyen a este terceto de adolescentes italianos que cantan las mismas canciones que cantábamos Luciano, José y yo , y están entusiasmadísimos. Ponen su O sole mio, y cuando ya lo han oído dicen, "ahora vamos a poner el del abuelo y el de Luciano y el de José". Y se ponen a cantar. 
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¿Y sus amigos les siguen en este terreno?
No, son mundos distintos. Creo que eso lo hacen más bien en la familia. Uno de ellos lo dice todo cantando "¿Cómo está usted señooor?", le digo. Y responde: "Muy bien, abueeeelooo". 
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¿Cómo seduce a la juventud para que se acerque a la ópera?
Soy un apasionado de los cantantes jóvenes. Ahora tengo tres grupos: en Washington, Los Ángeles y Valencia, y mi concurso de canto Operalia, de donde han surgido los nombres más grandes de la juventud de hoy en día. Creo que hay una generación muy afortunada de cantantes de toda especie. Cada día hay más ópera, más teatros y más cantantes, lo que también es peligroso: hay cantantes que corren demasiado porque hay muchos teatros que les pueden contratar y hay que saber dejarse guiar. 
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¿Ve en alguna parte un relevo de su voz, de su energía?
Cada uno tiene su personalidad y su fuerza. No tomé yo el lugar de nadie ni nadie va a tomar mi lugar, sino que son generaciones que surgen así espontáneamente. 
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Dicen algunos entendidos que se le ve ahora más cómodo en la tesitura de barítono.
En los conciertos estoy combinando el programa de arias o duetos de tenor y también de barítono, y me siento cómodo. Claro que ya no canto muchas de las óperas que cantaba antes. Después de haber pasado por todo lo tradicional, lo verdiano, lo pucciniano, lo francés, llegar a Mozart y Wagner y a las óperas rusas, ahora me ha asomado al barroco, a Händel. Y ahora quiero hacer óperas de barítono que son óperas que me fascinaban. 
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Una frase suya: "Si descanso me oxido". Ese frenesí suyo, ¿puede ser interpretado como una huída hacia adelante, una carrera contra el tiempo?
Sencillamente tengo entusiasmo y pasión por lo que hago. Pero sí dencanso, lo necesito. Siempre he sido así, no es una novedad. 
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¿Ha sido hombre de una sola mujer o ha procurado serlo?
Llevo 50 años casado con mi mujer. Me sale de dentro. 
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Si no hubiera tenido la suerte de compartir sus inicios con su mujer, ¿hubiera sido capaz de dejar su profesión por amor?
Nunca me han hecho esta pregunta. Habría sido imposible para mí vivir con una persona que no amara la música. 
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En el Cercle se le espera con los brazos abiertos. ¿Qué tal su relación con Barcelona?
En el mejor punto. Tuvimos una época que era también extraordinaria, en la que muchos cantantes vivíamos en Barcelona: en tiempos de Juan Antonio Pamies veníamos todos a pasar las Navidades... Montserrat, Jaime, Pedro Lavirgen, Joan Pons que estaba empezando... Pero la época actual del Liceu es magnífica, con gran cantidad de óperas y de títulos de todo tipo. Siempre fue el teatro con más tradición de España y el público es fantástico. Falté unos años por circunstancias pero al volver, con Parsifal o La Valkiria, tuve una entrega total. 
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¿Y cómo cree que encajará el público de Madrid las propuestas de Gerard Mortier?
No siempre todo el mundo estará contento con lo que haces. En el Real hay un público muy fiel, abonados. Se han hecho cosas nuevas o poco representadas, pero necesita calentarse con un repertorio más continuo, de los que calientan el teatro.

Maricel Chavarría

Plácido Domingo recibe la Medalla de Oro del Círculo del Liceo - foto: Antoni Bofill, Europapress