7 nov. 2009

MAGDALENA KOŽENÁ EN EL LICEU


La mezzosoprano Magdalena Kožená nació en Brno, en la República Checa, en 1973. En los papeles de Paris, Idamante, Nerón, Sexto o Querubino ha comprometido una y otra vez sus cualidades artísticas al servicio de Gluck, Mozart, Monteverdi o Händel. Su discografía, publicada en exclusiva por Deutsche Grammophon, recorre un repertorio que va de Bach (Arias y Cantatas) a Händel (Mesías, Cantatas italianas, Dixit Dominus), y de Rameau (Dardanus) a Gluck (Armide). Sus grabaciones se completan con un disco dedicado a melodías checas (Dvorák, Janacek, Martinu) y otro a arias de Mozart, Gluck y Myslivecek. Su último trabajo, editado en junio de 2009, está dedicado a arias de Vivaldi. (ver microsite de este álbum)



La de ayer fue una noche redonda, no faltó absolutamente nada: un magnífico concierto y una estupenda compañía. Las habituales Villazonistas del Liceu pudimos disfrutar de la presencia de la villazonista italo-belga Mariù, que estaba pasando unos dias en Barcelona y se unió a nosotras para conocer el Liceu, y poder escuchar en directo a Magdalena Kožená, en un concierto dedicado a Vivaldi, el debut de la mezzo en nuestro teatro.


No tuvimos mucho tiempo previamente, llegar al Liceu, ocupar nuestros asientos, y disponernos a disfrutar de la música barroca. La Koženà empezó con la voz un poco fria, con Ho il cor già lacero (Griselda) , pero enseguida se vió que era algo totalmente pasajero. Con Sol da te mio dolce amore (Orlando Furioso), Tornar voglio al primo ardore (Arsilda) Gelido in ogni vena (Farnace), la mezzo desplegó toda la belleza de su timbre, su claridad luminosa, su encanto comunicativo. Quedamos totalment prendados de su interpretación, de su manera de elevarnos a través de la música de Vivaldi.


En el intermedio, aprovechamos para enseñar a Mariù el Salón de los Espejos y la vista del teatro y de su techo (un fragmento del cual encabeza este blog) desde el quinto piso. Y también para hacernos la foto "de rigor" con Rolando (su retrato, of course) en el pasillo del cuarto piso, y para saludar a Josep y Glòria, de El Cafè de Nit, comentando alguna de sus estupendas recomendaciones culinarias.


En la segunda parte, la mezzo interpretó Cara sorte (La verità in cimento), Misero spirto mio (Ottone in villa) y Amatae face et anguibus (Juditha triumphans). Todo el teatro estaba ya rendido a la Kožená, y los reiterados aplausos y bravos tuvieron como consecuencia dos bises, Solo quella guancia bella (La verità in cimento) y Sonno (Tito Manlio). Mi opinión personal es que el público se conformó demasiado pronto, y, de haber continuado los aplausos, se hubiera podido obtener alguna pieza más, pero, lamentablemente, no fue así.


Mención muy especial merece la Orquesta Barroca de Venecia, dirigida por Andrea Marcon, que interpretó con una precisión y cariño extremos por las composiciones, y la flautista/violinista Anna Fusek, que se llevó una gran ovación del público.

Fue un concierto de lujo, un éxito sin matices. Realmente, me gustaria mucho poder escuchar en el Liceu más intérpretes de este nivel, en lugar de algunos repartos mediocres que a veces nos toca soportar, sobretodo en óperas.


Maria Teresa, Xavier, Tosca, Carme y la que escribe, después del concierto, nos fuimos a tomar unas tapas, para compartir opiniones, anécdotas, confidencias, y, como no, fervor villazonista, con la encantadora, sensata y cosmopolita Mariù. Ha sido un placer tenerla, ni que sea unas horas, entre nosotros y lo será aún mas cuando volvamos a encontrarnos en Paris, el 18 de abril, para el concierto de Rolando y Hélène Grimaud en el TCE.

.