10 sept. 2011

EL REQUIEM DE VERDI DE LA SCALA EN VIENA (URMANA, BARCELLONA, VILLAZÓN, VINOGRADOV, BARENBOIM)



Esta pasada noche, el 9 de setiembre, tuvo lugar en la Staatsoper de Viena la representación de la Messa de Requiem de Verdi, de la que hablamos en un post anterior (leer). En las paredes habían tres carteles diferentes: el del Requiem (Staatsoper), el del Requiem (La Scala) y el de Fidelio (La Scala), que se representaba simultáneamente en Milano.



El acontecimiento era histórico, y el elenco extrardinario: no sólo por los cuatro solistas (Violeta Urmana, Daniela Barcellona, ​​Rolando Villazón y Alexander Vinogradov), sino también por la dirección de Daniel Barenboim, y la orquesta y coros de La Scala. Lleno en la sala, obviamente, y gran expectación.

Era mi primer Requiem en directo y superó con creces mis expectativas. Siempre es mejor el directo, pero el Requiem es especialmente impresionante cuando se recibe en el cuerpo toda la vibración, el ímpetu, la sobrecogedora energía de la obra verdiana.

Giuseppe Verdi compuso el Réquiem en 1873-74, a la muerte de Alessandro Manzoni, íntimo amigo suyo y escritor clave del nacionalismo italiano del Siglo XIX, del Risorgimento. Pero Verdi no era especialmente religioso: era un compositor de Óperas (el más famoso de la época), así que más que una Misa de Réquiem al uso, como la que Mozart compuso casi un siglo antes, más que una cosa íntima y recogida, escribió una especie de Ópera sacra aplicada a exaltar, más que a llorar, a Manzoni y, de paso, a la recién nacida nación italiana.  Y el resultado fue esta Messa de Requiem, una composición para coro, voces solistas y orquesta. Requiem proviene de la primera palabra del texto, que comienza con Requiem aeternam dona eis, Domine, es decir, "les conceda el descanso eterno, Señor".

Pero el Requiem de Verdi, para mi, tiene poca religiosidad y mucha humanidad. No es una composición religiosa austera, calvinista, es mediterránea, intensa, rica en desbordamientos. Pero parece realmente guiada por una fuerza divina. El escritor italiano Vittorio Sermonti dijo que ""quantunque sia molto dubbio che quello spigoloso mangiapreti di verdi credesse in Dio, almeno Dio credeva in lui"  (Aunque es muy dudoso que el enérgico "come-curas" de Verdi creyese en Dios, por lo menos Dios creía en él" ...

El de ayer fue un gran Requiem, todos estuvieron fantásticos en sus papeles, Barenboim dirigió brillantemente, con esa garra suya tan atractiva, el coro estuvo perfecto, y también los cuatro solistas: impecables. Urmana y Barcellona son extraordinarias, Rolando cantó muy, muy bien, dejando con el corazón encogido a la audiencia y el descubrimiento para mi fue el bajo ruso Alexander Vinogradov, joven y con gran futuro.

Antes de empezar, Barenboim pidió un minuto de silencio en memoria de Salvatore Licitra, que seguimos con un gran respeto. Y al finalizar,  interminables aplausos. Una gran noche, de la que os puedo compartir, de momento imágenes, a la espera de que alguien pueda aportar otros testimonios.

Como habitualmente, una gran multitud de seguidores esperaba a Rolando en la salida de artistas, y estuvo un buen rato firmando, fotografiándose, cantando, etc. Cuando ya marchaba, nos dimos un abrazo, y puso, por sorpresa, en mi nariz, la nariz roja que había estado llevando en las firmas. Nos hicieron algunas fotos, pero no reconocí a nadie. Agradecería si alguien puede hacerme llegar una foto de ese momento.


Podéis leer las críticas que van apareciendo en la pestaña superior de "Prensa"









foto: Anne

foto: Anne

foto: Anne

foto: Anne

foto: Anne
foto: Jacqueline E.

foto: Jacqueline E.

foto: Edith
foto: Edith