La noche del 4 de agosto, emitido en directo por France3, los telespectadores franceses tuvieron el privilegio de poder ver a Roberto Alagna como Turiddu y Canio, en Cavalleria Rusticana y Pagliacci, desde las Chorégies d'Orange.
Pero justo antes, se emitió un documental de François Roussillon protagonizado por el tenor, donde nos hace de guia por la ciudad en que pasó parte de su infancia, y de la que, según nos dice, guarda imborrables recuerdos: Siracusa y, más concretamente, la parte más antigua de la ciudad, la isla de Ortigia.
Me ha parecido un documento muy bello sobre esa ciudad que desconozco, espero que por poco tiempo (y no lo digo por decir). Pero me ha gustado más aún ver como se mueve Roberto en ese paisaje humano, como nos cuenta con orgullo sus orígenes, como se mezcla con la gente del mercado, cena "all'aperto" con su familia o sale a navegar luciendo bronceado torso. Es Robertino, una mezcla de divo a la antigua y de siciliano ancestral. Tiene de bueno su simplicidad, el no pretender ser otra cosa que lo que es, que nos muestra sin reparos. Y también su capacidad para disfrutar, para gozar, para vivir. Aquí no es el gran tenor, es el sobrino de la tia Mariucia, o el primo de Aurelio, Maurizio y Alberto. Aunque no puede evitar que se le escape una sonrisa de satisfacción cuando le reconocen o le piden que cante. ¡Y lo hace encantado!
Si alguien está interesado en el reportaje entero (lo mismo que en los videos, pero en un solo archivo), puede solicitar los enlaces en el email del blog.
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Pero justo antes, se emitió un documental de François Roussillon protagonizado por el tenor, donde nos hace de guia por la ciudad en que pasó parte de su infancia, y de la que, según nos dice, guarda imborrables recuerdos: Siracusa y, más concretamente, la parte más antigua de la ciudad, la isla de Ortigia.
Me ha parecido un documento muy bello sobre esa ciudad que desconozco, espero que por poco tiempo (y no lo digo por decir). Pero me ha gustado más aún ver como se mueve Roberto en ese paisaje humano, como nos cuenta con orgullo sus orígenes, como se mezcla con la gente del mercado, cena "all'aperto" con su familia o sale a navegar luciendo bronceado torso. Es Robertino, una mezcla de divo a la antigua y de siciliano ancestral. Tiene de bueno su simplicidad, el no pretender ser otra cosa que lo que es, que nos muestra sin reparos. Y también su capacidad para disfrutar, para gozar, para vivir. Aquí no es el gran tenor, es el sobrino de la tia Mariucia, o el primo de Aurelio, Maurizio y Alberto. Aunque no puede evitar que se le escape una sonrisa de satisfacción cuando le reconocen o le piden que cante. ¡Y lo hace encantado!
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