La situación previa: Rolando no había tenido más remedio que suspender, por un fuerte resfriado, la función de Les Contes d’Hoffmann del dia 4. No se sabía que pasaría con la del 7, fecha de nuestra visita a la ROH.
La tarde anterior a nuestra partida Tosca estaba con la garganta hecha polvo, y Teresa con un resfriado fuertísimo, a 39º de fiebre cuando faltaban 12 horas para coger el avión. A punto estuvo de suspender el viaje, pero se impuso el convencimiento de que todo iba a salir bien. Y es que no podía ser de otra manera.
Llegamos las tres (la tercera es Francesca) a London el sábado, a un hotel bueno, bonito y barato en la zona de Queensway, al noroeste de Hyde Park, totalmente recomendable. El barrio, encantador, bien comunicado, con una calle principal con todo tipo de comercios y restaurantes de todas las partes del mundo. Incluso de allí, un pub donde nos fuimos a celebrar la hazaña de haber llegado.
El sábado quedamos a comer con la encantadora Hariclea, en un buen restaurante italiano detrás mismo del Covent Garden. Después de reponer fuerzas, nuestra anfitriona, que conoce perfectamente todos los entresijos de la ROH, se acercó a indagar al Backstage sobre la presencia de Rolando, la gran incógnita. Rolando canta hoy (BIENNNNN!), le dijeron, pero no va a quedarse a atender a sus seguidores a la salida porque tiene que salir muy rápido para coger el tren hacia Paris (OOOOOOHHH!).
Pero no hay ni tiempo ni motivo para lamentarse, y pusimos en marcha inmediatamente el plan B: dejarle una nota a Rolando, contándole nuestra presencia y mandándole un caluroso abrazo, y dejar unas chapas para su esposa Lucía, que nos había pedido unas en Madrid, en abril, y habíamos quedado en entregarle alguna atrasada y la nueva. Mientras estábamos redactando asambleariamente la nota (pon esto, no, pon lo otro, no, que haces la letra muy pequeña, no, que digas que….) pues aparece Lucía por la puerta de entrada del Backstage. La llamamos, y se acerca muy amablemente, como siempre, le preguntamos por los niños, que se han quedado en Paris, y esperan ver a sus padres esa noche. Se detiene con nosotras departiendo un ratito, mientras acabamos la nota y se la entregamos: nota, chapas y tarjeta (si, si, las Villazonistas tenemos ”tarjetas de visita” del blog, y bastantes se repartieron ese día).
Llega la hora de entrar, nos dirigimos a nuestras localidades y, subiendo una escalera, nos cruzamos con un grupo y Tosca grita JOSEPPPPP!!! . Pues nada, pensamos las otras, que ésta ya se ha encontrado con algún amigo, por la familiaridad y entusiasmo con que lo llamó. Y, bueno, era algo parecido, era exactamente Josep Carreras. Él se detuvo, le comentamos que éramos de Barcelona, del Liceu, y Teresa, siempre pensando en la imagen gráfica, se atreve a pedirle si podría hacerse una foto con nosotras. Bien, si no tardamos mucho, contesta. Y JOSEP toma el control de la situación, decide rápidamente cual es el mejor ángulo, se coloca en medio y, caballerosamente y con mucha clase, nos ofrece un brazo a cada una: “Vinga, agafeu-vos” (va, cogeros). Y no le hicimos esperar ni un segundo, ya nos tenéis a Teresa, Josep y Tosca, de izquierda a derecha, posando agarraditos…QUE MOMENTO!
Aún “trasbalsadas” (¿traspuestas?) conseguimos acercarnos a nuestras localidades, de tercera fila de platea. Justo acabábamos de sentarnos, cuando oímos una voz masculina que dice…Ahhhh, ¡son las Villazonistas!. Nos quedamos de piedra. Resulta que en la fila delantera estaban sentados un par de gentlemen….que resultaron ser dos amabilísimos mexicanos residentes en Londres, que leían asiduamente nuestro blog y nos habían reconocido por las chapas que lucíamos en nuestros elegantes atuendos (ejem…). Muchos saludos desde aquí a los dos, esperamos que se cumpla vuestro deseo de acudir un día al Liceu y el nuestro de haceros de guías. Que sepáis que las conversaciones con vosotros fue de las cosas más bonitas (y hubo muchas) que nos pasaron esa noche. UFFFF, y la ópera no había ni empezado aún.
De esta producción se ha escrito mucho, y lo tenéis recogido todo aquí. Nosotras vamos a comentar sólo nuestras impresiones más relevantes, sin pretender una crónica exhaustiva.
Se abre el telón, empieza el epílogo, y un Hoffmann tambaleante desciende por las escaleras centrales, a trompicones. Rolando se lanza por las escaleras, pero en realidad se está lanzado al público, y lo seduce antes de cantar una sola nota. No es un tenor haciéndose el borracho con más o menos gracia, es Hoffmann en persona que desciende hasta el suelo del escenario. Hubo hasta un conato de aplausos en ese momento, lo nunca visto.
Rolando estaba muy resfriado, tanto como para suspender, hace tres días…¿cómo estará? Pues estuvo impresionante, iniciando con cierta precaución, pero creciéndose a medida que iban pasando los minutos. Hizo una interpretación magnífica del Kleinzac. Continuó con un A vivre deux muy bonito, con mucha fuerza y excelentes matices.
En el primer entreacto volvimos a saludar a Olympia y Edipa, que ya habíamos encontrado en la entrada, y que nos contaros que habían tenido la suerte de estar sentadas al lado de Carreras.
El segundo acto se inicia con la Barcarolla, alzándose el telón y apareciendo una escena veneciana llena de sensualidad y erotismo en su máxima expresión. En primer plano, toda la gama de rojos encendidos de los terciopelos y las sedas contrasta con el oscuro fondo de los canales de la ciudad. Los venecianos dedicados a los placeres eróticos, moviéndose al ritmo envolvente y embriagador de la pieza. Una escalera a la derecha, desde donde desciende Hoffmann, esta vez con poderío y potencia. Las Villazonistas nos quedamos anonadadas con los gestos de Rolando, que no le hemos visto en otros personajes. Y deslumbradas por ese magnífico traje blanco, de pantalón ceñido, que es de lo mejor que le hemos visto en escena. Está, sencillamente, arrebatador. Y no digamos ya cuando se marca un moviendo “elvisniano” de caderas, que no recordamos que estuviera en la versión en DVD de Plácido. ¿Porqué será?
AHHH, bueno, que también cantó….uy, se nos había olvidado. Se marcó unos couplets, después de la Barcarolla, con fuerza y contundencia, en total plenitud.
En el segundo entreacto aprovechamos para subir al piso superior y contemplar la magnífica vista al recinto acristalado desde el balcón colgante.
En el tercer acto Rolando estuvo realmente espléndido y emocionante en el duo C’est une chanson d’amour, quizá una de sus mejores interpretaciones de la noche.
El epílogo…Teresa se quedó decepcionada porque conocía la versión de Les Contes hecha el 2004 en La Bastille…y el final era radicalmente diferente. Ese… “on est grand par l’amour, et plus grand par les pleurs”…cantado de forma coral, le parece un final mucho más bonito, redondo y que cierra mejor la obra que el de la ROH. Tosca y Olimpia, en cambio, sólo conocían esa versión, que les parecía adecuada. Hablaremos del tema en un próximo post.
La orquesta estuvo excepcional, Pappano se lució dándole un sonido precioso, sin ningún descontrol, al servicio de los cantantes, pendiente de cualquier detalle, muy musical, realmente perfecto. Y al estar la orquesta físicamente más hundida en el foso que en el Liceu, el sonido no hace pantalla sonora con la voz de los cantantes, y el resultado es muy bueno.
La producción tiene muchos años (de 1980), pero creemos que no desmerece en nada programarla actualmente. Es potente, conserva toda su fuerza dramática e impacto visual. Nos gustó especialmente la utilización del espacio y el uso del color como un elemento dramático más, de manera muy acertada.
Los aplausos finales fueron largos y entusiastas. No podemos comparar porque no conocemos el "aplausómetro" vigente en la ROH, pero Hariclea, que ya había visto dos anteriores funciones, nos dijo que fue superior a las anteriores. A Rolando se le veia realmente muy contento, seguramente porque habia hecho un grandísimo esfuerzo para superar su problema físico, y fué calurosamente agradecido y ovacionado por el público.
Resumiendo: un muy buen trabajo de conjunto, todo de alto nivell, sin fisuras. A diferencia de lo que estamos acostumbrados a ver (buena escenografia/malos cantantes, regulares cantantes/mala orquesta, mala escenografia/ reparto irregular con una sola estrella, mala dirección de orquesta/reparto decente). O sea, la multitud de combinaciones que hace que sea difícil ver en el Liceu una obra totalmente redonda. Pues parece que eso si que lo puede disfrutar la amiga Hariclea y el público de la ROH: producciones muy buenas en su globalidad, alto nivel de calidad. VOLVEREMOS !
Al salir, muchas ganas de comentarlo todo, un precioso paseo por la plaza iluminada, la luna brillando en el cielo por encima del antiguo mercado…una noche perfecta…al ritmo de la Barcarolla, Belle nuit O nuit d'amour...
Nota: este post se ha hecho con prisas para publicarlo el mismo dia de nuestro regreso, el 8. Es posible que debamos añadir o modificar alguna cosa, si lo hacemos lo marcaremos convenientemente
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Llegamos las tres (la tercera es Francesca) a London el sábado, a un hotel bueno, bonito y barato en la zona de Queensway, al noroeste de Hyde Park, totalmente recomendable. El barrio, encantador, bien comunicado, con una calle principal con todo tipo de comercios y restaurantes de todas las partes del mundo. Incluso de allí, un pub donde nos fuimos a celebrar la hazaña de haber llegado.
El sábado quedamos a comer con la encantadora Hariclea, en un buen restaurante italiano detrás mismo del Covent Garden. Después de reponer fuerzas, nuestra anfitriona, que conoce perfectamente todos los entresijos de la ROH, se acercó a indagar al Backstage sobre la presencia de Rolando, la gran incógnita. Rolando canta hoy (BIENNNNN!), le dijeron, pero no va a quedarse a atender a sus seguidores a la salida porque tiene que salir muy rápido para coger el tren hacia Paris (OOOOOOHHH!).
Pero no hay ni tiempo ni motivo para lamentarse, y pusimos en marcha inmediatamente el plan B: dejarle una nota a Rolando, contándole nuestra presencia y mandándole un caluroso abrazo, y dejar unas chapas para su esposa Lucía, que nos había pedido unas en Madrid, en abril, y habíamos quedado en entregarle alguna atrasada y la nueva. Mientras estábamos redactando asambleariamente la nota (pon esto, no, pon lo otro, no, que haces la letra muy pequeña, no, que digas que….) pues aparece Lucía por la puerta de entrada del Backstage. La llamamos, y se acerca muy amablemente, como siempre, le preguntamos por los niños, que se han quedado en Paris, y esperan ver a sus padres esa noche. Se detiene con nosotras departiendo un ratito, mientras acabamos la nota y se la entregamos: nota, chapas y tarjeta (si, si, las Villazonistas tenemos ”tarjetas de visita” del blog, y bastantes se repartieron ese día).
Llega la hora de entrar, nos dirigimos a nuestras localidades y, subiendo una escalera, nos cruzamos con un grupo y Tosca grita JOSEPPPPP!!! . Pues nada, pensamos las otras, que ésta ya se ha encontrado con algún amigo, por la familiaridad y entusiasmo con que lo llamó. Y, bueno, era algo parecido, era exactamente Josep Carreras. Él se detuvo, le comentamos que éramos de Barcelona, del Liceu, y Teresa, siempre pensando en la imagen gráfica, se atreve a pedirle si podría hacerse una foto con nosotras. Bien, si no tardamos mucho, contesta. Y JOSEP toma el control de la situación, decide rápidamente cual es el mejor ángulo, se coloca en medio y, caballerosamente y con mucha clase, nos ofrece un brazo a cada una: “Vinga, agafeu-vos” (va, cogeros). Y no le hicimos esperar ni un segundo, ya nos tenéis a Teresa, Josep y Tosca, de izquierda a derecha, posando agarraditos…QUE MOMENTO!
Aún “trasbalsadas” (¿traspuestas?) conseguimos acercarnos a nuestras localidades, de tercera fila de platea. Justo acabábamos de sentarnos, cuando oímos una voz masculina que dice…Ahhhh, ¡son las Villazonistas!. Nos quedamos de piedra. Resulta que en la fila delantera estaban sentados un par de gentlemen….que resultaron ser dos amabilísimos mexicanos residentes en Londres, que leían asiduamente nuestro blog y nos habían reconocido por las chapas que lucíamos en nuestros elegantes atuendos (ejem…). Muchos saludos desde aquí a los dos, esperamos que se cumpla vuestro deseo de acudir un día al Liceu y el nuestro de haceros de guías. Que sepáis que las conversaciones con vosotros fue de las cosas más bonitas (y hubo muchas) que nos pasaron esa noche. UFFFF, y la ópera no había ni empezado aún.
De esta producción se ha escrito mucho, y lo tenéis recogido todo aquí. Nosotras vamos a comentar sólo nuestras impresiones más relevantes, sin pretender una crónica exhaustiva.
Se abre el telón, empieza el epílogo, y un Hoffmann tambaleante desciende por las escaleras centrales, a trompicones. Rolando se lanza por las escaleras, pero en realidad se está lanzado al público, y lo seduce antes de cantar una sola nota. No es un tenor haciéndose el borracho con más o menos gracia, es Hoffmann en persona que desciende hasta el suelo del escenario. Hubo hasta un conato de aplausos en ese momento, lo nunca visto.
Rolando estaba muy resfriado, tanto como para suspender, hace tres días…¿cómo estará? Pues estuvo impresionante, iniciando con cierta precaución, pero creciéndose a medida que iban pasando los minutos. Hizo una interpretación magnífica del Kleinzac. Continuó con un A vivre deux muy bonito, con mucha fuerza y excelentes matices.
En el primer entreacto volvimos a saludar a Olympia y Edipa, que ya habíamos encontrado en la entrada, y que nos contaros que habían tenido la suerte de estar sentadas al lado de Carreras.
El segundo acto se inicia con la Barcarolla, alzándose el telón y apareciendo una escena veneciana llena de sensualidad y erotismo en su máxima expresión. En primer plano, toda la gama de rojos encendidos de los terciopelos y las sedas contrasta con el oscuro fondo de los canales de la ciudad. Los venecianos dedicados a los placeres eróticos, moviéndose al ritmo envolvente y embriagador de la pieza. Una escalera a la derecha, desde donde desciende Hoffmann, esta vez con poderío y potencia. Las Villazonistas nos quedamos anonadadas con los gestos de Rolando, que no le hemos visto en otros personajes. Y deslumbradas por ese magnífico traje blanco, de pantalón ceñido, que es de lo mejor que le hemos visto en escena. Está, sencillamente, arrebatador. Y no digamos ya cuando se marca un moviendo “elvisniano” de caderas, que no recordamos que estuviera en la versión en DVD de Plácido. ¿Porqué será?
AHHH, bueno, que también cantó….uy, se nos había olvidado. Se marcó unos couplets, después de la Barcarolla, con fuerza y contundencia, en total plenitud.
En el segundo entreacto aprovechamos para subir al piso superior y contemplar la magnífica vista al recinto acristalado desde el balcón colgante.
En el tercer acto Rolando estuvo realmente espléndido y emocionante en el duo C’est une chanson d’amour, quizá una de sus mejores interpretaciones de la noche.
El epílogo…Teresa se quedó decepcionada porque conocía la versión de Les Contes hecha el 2004 en La Bastille…y el final era radicalmente diferente. Ese… “on est grand par l’amour, et plus grand par les pleurs”…cantado de forma coral, le parece un final mucho más bonito, redondo y que cierra mejor la obra que el de la ROH. Tosca y Olimpia, en cambio, sólo conocían esa versión, que les parecía adecuada. Hablaremos del tema en un próximo post.
La orquesta estuvo excepcional, Pappano se lució dándole un sonido precioso, sin ningún descontrol, al servicio de los cantantes, pendiente de cualquier detalle, muy musical, realmente perfecto. Y al estar la orquesta físicamente más hundida en el foso que en el Liceu, el sonido no hace pantalla sonora con la voz de los cantantes, y el resultado es muy bueno.
La producción tiene muchos años (de 1980), pero creemos que no desmerece en nada programarla actualmente. Es potente, conserva toda su fuerza dramática e impacto visual. Nos gustó especialmente la utilización del espacio y el uso del color como un elemento dramático más, de manera muy acertada.
Los aplausos finales fueron largos y entusiastas. No podemos comparar porque no conocemos el "aplausómetro" vigente en la ROH, pero Hariclea, que ya había visto dos anteriores funciones, nos dijo que fue superior a las anteriores. A Rolando se le veia realmente muy contento, seguramente porque habia hecho un grandísimo esfuerzo para superar su problema físico, y fué calurosamente agradecido y ovacionado por el público.
Resumiendo: un muy buen trabajo de conjunto, todo de alto nivell, sin fisuras. A diferencia de lo que estamos acostumbrados a ver (buena escenografia/malos cantantes, regulares cantantes/mala orquesta, mala escenografia/ reparto irregular con una sola estrella, mala dirección de orquesta/reparto decente). O sea, la multitud de combinaciones que hace que sea difícil ver en el Liceu una obra totalmente redonda. Pues parece que eso si que lo puede disfrutar la amiga Hariclea y el público de la ROH: producciones muy buenas en su globalidad, alto nivel de calidad. VOLVEREMOS !
Al salir, muchas ganas de comentarlo todo, un precioso paseo por la plaza iluminada, la luna brillando en el cielo por encima del antiguo mercado…una noche perfecta…al ritmo de la Barcarolla, Belle nuit O nuit d'amour...
Nota: este post se ha hecho con prisas para publicarlo el mismo dia de nuestro regreso, el 8. Es posible que debamos añadir o modificar alguna cosa, si lo hacemos lo marcaremos convenientemente
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