Este, exactamente este, así de vacío (y al cabo de una hora, aún más) era el aspecto que presentaba el vestíbulo de la salida de artistas del Teatro Real, a la media hora de finalizar la Gala Homenaje a Plácido Domingo. No era un problema de frío, porque no hacía falta esperar en la calle, y dentro se estaba calentito. No era un problema de horario: era el mismo que finalizan habitualmente los espectáculos, y el día siguiente era sábado, festivo para la mayoría. ¡Y encima era una ocasión tan especial!
No sé exactamente el motivo, que sólo puedo achacar a la falta de tradición o costumbre entre el público del Teatro Real, pero me sorprendió mucho, muchísimo que sólo fuéramos 11 personas las que esperamos a la salida de Plácido Domingo y demás artistas. Y no todas aguantaron hasta el final. Me entretuve en averiguar: 5 alemanas, 4 italianas y 2 catalanas. En el interior, en la segunda planta, se estaba celebrando un cocktail para 350 invitados, y era obvio que habría que esperar un poco, pero nada que no haya sucedido en otras ocasiones. Recuerdo la salida de una de las dos Walkirias del Liceu, en 2008, en que la gente esperó dos horas, en un vestíbulo abarrotado y en la calle, para poder ver a Plácido. Y cuando salió, fue una explosión de euforia y piropos al maestro.
En este caso, no llegó a dos horas lo que esperamos, y además la espera, cómodamente sentadas, se vio amenizada por el degoteo de los artistas, que se iban marchando a intervalos.
El primero en salir fue René Pape, sin abrigo, y cuando le pedí una foto me dijo "comeback", salió, estuvo unos diez minutos fuera y volvió a entrar, previa foto prometida.
Al cabo de un rato salió el menorquín Joan Pons, y las señoras alemanas se le abalanzaron, pero cuando oyó "senyor Pons, que li faria res que ens fessim una foto, si us plau?" (señor Pons, ¿le importaría que nos hiciéramos una foto, por favor?), enseguida las dejó siguiendo el sonido de la lengua materna.
Luego paso media hora salió una señora que trabaja en el Real muy...emperifollada, y, mientras Carme y yo hacíamos los correspondientes comentarios, vimos como una exhalación una figura ligera, brillante, etérea, que atravesaba el vestíbulo...la Gheorghiu!!! No me dio tiempo a nada, desde mi mismo asiento disparé la cámara y enfoqué a la puerta giratoria para ver si conseguía algo más. Entonces ella me vio, intentando capturar el momento, y dibujo una muy dulce sonrisa, muy cálida, y me saludó con la mano, a través del cristal que nos separaba.
Observad que sólo llevaba, encima del vaporoso vestido, una escueta estola de visón, cuando a fuera la temperatura estaba por debajo de 0º. Ya me imagino que habría un coche esperándola, pero aunque eran metros, cualquier persona se quedaría helada...a no ser que fuera la deslumbrante Angela . Fijaros también en los zapatos...
Fueron saliendo todos los cantantes, también, aunque asistía como invitada, Susan Graham, altísima, muy guapa. No entiendo porqué no cantó, hubiera enriquecido mucho la Gala que hubiera podido participar. Lo mismo que la Gheorghiu, desde luego. Que desperdicio tenerlas las dos allí, pero en el patio de butacas. Sus razones tendrán, pero yo no llego a comprender cuáles pueden ser.
Y luego salió la gran Teresa Berganza, la que más transmitió hacia Plácido, en el escenario, emoción, cariño, respeto, complicidad, admiración y muchísimo sentido del humor. Fue de lo mejor de la Gala. Y como una gran señora como ella está por encima de todo, salió con un look "lo que haga falta, porque yo lo valgo": un gran abrigo de pieles, para combatir el frío, y unas cómodas y coloristas deportivas, para dar descanso a sus pies. ¡Olé!
Y finalmente, el maestro, con su esposa, que fue casi el último en salir. Atendió amablemente las peticiones de fotos y autógrafos, que eran pocas, afortunadamente. Carme y yo no nos atrevimos, mejor dicho, no quisimos, que perdiera ni medio minuto más de su tiempo, porque lo que Plácido merecía era llegar pronto a su casa y descansar. Por eso en un momento nos miró con una cierta extrañeza, como diciendo "¿Se quedan hasta estas horas y no me piden nada?". Yo sólo pensaba "que le dejen marchar, por favor, que pueda irse de una vez".
Y el último en salir fue mi galés favorito, el más feroz y tierno Scarpia. Detrás de él ya se apagaron las luces. Nos reconoció de la mañana, nos hicimos una foto, le comente lo que me había impresionado su Te Deum, le agradecí su amabilidad, y...ya no me acuerdo ni lo que le dije, si es que lo que decía tenía algún sentido...
Y con esto doy por cerrado el MES PLÁCIDO en este blog, que volverá a centrarse en Rolando Villazón, después de estos intensísimos dias dedicados al maestro Domingo. Me han quedado algunas cosas de Rolando pendientes de poner, me hubiera gustado hacerlo antes del Werther, que se estrena en menos de 24 horas, pero he preferido no dispersar mis esfuerzos, y ya habrá tiempo, en los próximos dias, de dar salida al material acumulado.
Así pues, mañana, destino LYON.
MUCHA MIERDA, MERDE, TOI-TOI-TOI, IN BOCCA AL LUPO, PARA ROLANDO, ARTURO, KARINE Y TODO EL EQUIPO