2 nov. 2011

LES CONTES D'HOFFMANN EN LA BAYERISCHE STAATSOPER, CRÓNICA

foto cartel exterior Staatsoper: Ingrid A.

Les Contes d'Hoffmann poseen una cualidad laberíntica y estratificada: por un lado son como una muñeca matrioska, con conceptos dentro de otros, por el otro son como un puzzle de piezas que sabemos que nunca acabaran de encajar. Poseen muchos niveles de lectura e interpretación, tan cierto el superficial como el remoto. Tiene ironía, sarcasmo, hasta crueldad, desde un epidermis de opereta.
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Y, para acabarlo de complicar, está el tema de las versiones. Yo diría que no existen la"versión Cloudens", la "versión Oeser", la "versión Kaye", etc., etc. sino que cada vez que alguien dirige unos Contes, crea su propia versión, con un poco de aquí, otro de allá, recortando o añadiendo a su gusto. En este caso, es una mezcla de la "Kaye" y la "Keck". Consta de 5 actos, en lugar de prólogo, 1º, 2º, 3º y épílogo. Estoy traduciendo el argumento (según el librito oficial) al español, para que os hagáis una idea más concreta de su desarrollo las personas que tengáis el audio o las que aún podáis ir a Munich, pero primero prefiero acabar de escribir este post, y poner la traducción más adelante.


Los estudiantes, en taberna de Luther (Nuremberg)
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Se inicia el primer acto con un escenario con toda la gama de colores otoñales: verdes en varios tonos, ocres, marrones. Ciertamente, la primera imagen que vemos es a un Hoffmann otoñal, casi tendido encima de una mesa, intentando sin éxito escribir. Aquí, no se diferencia entre la Musa y Niklausse, son la misma persona todo el rato. Y Richard Jones hace un guiño de esos multi-interpretables: parece que en realidad tambien Niklausse-la Musa es el alter ego de Rolando. Los dos personajes van vestidos exactamente igual, en el primer acto uno aparece con pantalón corto y el otro largo, pero en el segundo, por ejemplo, los dos lo llevan corto. El resto es idéntico, menos un foulard en el cuello que lleva Niklausse. Angela Brower no sólo lleva una peluca que la convierte en Rolando-2...¡sino que incluso lleva unas evidentes cejas rolandianas!

En todo caso, Niklausse es aquí el alter ego de Rolando, la parte que le lleva finalmente a sobrevivir y volver al arte, después de una vida de excesos sin medida. Ver a Rolando y a Angela con el mismo vestuario me ha recordado inevitablemente al Werther de Lyon, donde Rolando, como director de escena, nos presentaba a Arturo Chacón-Cruz siempre seguido de un niño, vestido exactamente igual que él. Aquí están en una taberna de Nuremberg, y Rolando, entre efluvios alcohólicos y otros estimulantes,  promete a los estudiantes contarles la historia de sus trágicos amores.


Rolando y Angela - Hoffmann y su alter ego Niklausse - foto: Kurier

El segundo acto, el de la rubia Olympia, el primer amor que cuenta Hoffmann a sus compañeros de taberna, es claramente infantil: decorados pastel, tonos de parvulario, azules, rosas, Olympia como Cenicienta (ver imagen en post anterior). Rolando se desenvuelve a sus anchas por este acto, bailando cómicamente por el escenario. Un universo naïf, un Hoffmann al que colocan unas gruesas gafas para que vea a la muñeca Olympia como no es. El amor idealizado, ciego, falso, que, al final queda destruido.

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Rolando, en pantalón corto, "de niño" - Foto: Anne Kirchbach (Abendzeitung)
Rolando valsea por el escenario

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En el acto de Antonia, el tercero, oscuro, predominan los azules, malvas, colores fríos, fúnebres. Antonia va vestida con una ridícula peluca negra, y un ñoño vestido blanco: es la artista que vive sólo para su arte, no le importa nada más. Tanto, que al final muerte por él, por su imposibilidad de separar su vida de su canto. Muy buenos hallazgos en este acto, como el Dr. Miracle que surge (su cabeza) en medio de una partitura situada en el piano. Tambien la puerta con la intensa luz amarilla, que semeja una entrada a un universo poltergeist . Y el gramófono que se ilumina y empieza a sonar, con la voz de la madre, desde ultratumba. Antonia es el amor de juventud, cuya ambición (artística) trunca su futuro.


La artista y su doctor

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El cuarto acto, el de Giulietta es directamente un prostíbulo: nada de florituras románticas, querubines y guirnaldas de flores mientras se canta la Barcarola. No, la "Nuir d'amour" es noche de sexo, y la cortesana veneciana (prostituta) aparece en la cama con un cliente, después del servicio. Él sale corriendo hacia el espejo, y ella se levanta y canta el dúo con Niklausse, que está situado casi fuera de escena, al menos fuera de la habitación. Giulietta lleva un ceñido vestido semitransparente granate, un tatuaje en el hombro (no conseguí identificar lo que era). Una larga cabellera ensortijada, de color rojizo oscuro.


El prostíbulo, el espejo


Los tonos de escena, malvas, morados, otra vez algo de verde. El amor de la decadencia, Hoffmann en el prostíbulo con juego, alcohol, sexo y muerte. El hallazgo de la escena es el espejo, redondo, inmenso, detrás del cual desaparecen los hombres para dejar una marca con su rostro, quedando ellos con una marca metálica en la cara, su lugar. El maléfico Dapertutto va recogiendo esos rostros y los almacena en unos cajitas de cristal. Es de destacar que Hoffmann no mata a Schlémil, simplemente forcejea con él encima de la cama, cae, y se clava el puñal él mismo. Giulietta muere envenenada por licor que Niklausse había rehusado beber. Hoffmann, finalmente también atraviesa el espejo, deja su rostro, sale ciego, con la cara metalizada, pero Niklausse recupera su rostro, lo recompone y lo salva.


momentos apasionados Hoffmann/Giulietta


En el quinto acto, Hoffmann y los estudiantes celebran, en alcohol, como no, el fin de las historias, concluyendo que las tres mujeres son la Stella del inicio (una cantante mozartiana). La Musa/Niklausse canta "Des cendres de ton coeur...",  y salva a un Hoffmann vencido, alcoholizado, agónico, que revive y se levanta cuando oye "On est grand par l'amour, et plus grand par les pleurs!", en sinfonia coral, ascendente y épica. Personajes de todos los actos han fomado un coro alrededor de él y, cuando la música ya ha finalizado, levantan todos a la vez el brazo, contundentemente, con un dedo acusador/señalador hacia Hoffmann.


escena final

Mi intento de condensarlo todo en unos párrafos no puede sino ser fallido, todo es mucho más complejo y denso. Debo admitir que cuando vi las primeras fotos de la producción no me pareció una estética demasiado atractiva (ojo, no digo "bonita"), pero al verla en directo la impresión cambia, y mucho. Me maravillan estas personas que creen haberse hecho una idea exacta de lo que sucedió sólo oyéndolo por radio. Una aproximación, si, un aspecto, pero se debe vivir, o al menos, ver la obra para que realmente pueda subyugarte. Digo "al menos ver", porqué, como sabéis, la emitirán por TV y saldrá un DVD.


Rolando abraza a Richard Jones, otro amante de las camisas de cuadros - foto: Bayerische Staatsoper- Facebook

El estreno de esta magnífico trabajo de Richard Jones fue un éxito clamoroso en la Bayerische Staatsoper, bravos, gritos, aplausos, fervor del público, con tres grandes vencedores: Rolando Villazón, como Hoffmann, Diana Damrau, maravillosa, una grandísima artista, en los cuatro roles femeninos, sensual, intensa, totalmente entregada. Y el gran descubrimiento: Angela Brower, un nombre a recordar, porque canta magníficamente, es expresiva, vivaz, transmite, hace un grandísimo trabajo...y mira que es difícil hacer de alter-ego escénico de Rolando. Y mi sorpresa fue después al ver que bajo la peluca y las cejas rolandianas se escondía una guapísima rubia. Tambien es de destacar John Relyea en sus cuatro maléficos, y la orquesta, bajo la dirección de Constantinos Caridis.
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Rolando es Hoffmann, simplemente. creo que no hay papel que le permita expandirse tanto, ser complejo, caer, levantarse, vibrar como Hoffmann. Como sucede a veces con Rolando, posiblemente no será la del estreno la noche en que haya mejor prestación vocal. En el primer acto tuvo algunos contratiempos (leves) y fue ganando seguridad en el tercero, cuarto y quinto. Sucedió lo mismo en el reciente Werther de la ROH, y a partir de la segunda-tercera función su desempeño fue ya del 100%. pero un Rolando al 90% es mucho Rolando, mucha energía, mucha intensidad, muchísima seducción, y por eso entusiasmó hasta el delirio a todos los que estuvimos presentes.

Las críticas que han salido en los medios alemanes están siendo estupendas, las podéis leer (en alemán, deberéis pasar el traductor) en la pestaña superior de "Prensa". Os pongo algunas frases destacadas:

"Rolando Villazón brilla como Hoffmann" (Dradio.de)

"Brillante en su completo riesgo vocal, largas notas altas, magníficas musicalidad y su arte único de interpretación, entre la tristeza de un payaso y el entusiasmo de un niño, con razón, causó gran entusiasmo" (Kurier)

"De Rolando destaca la tensión, pero también su energía desbordante de creatividad..." (Nuremberg Zeitung)

"Villazón se lanzó con total pasión al rol  hasta el límite del agotamiento, y convenció totalmente con un timbre cálido, su emocional elocuencia de una nivel. Su voz está (de nuevo) a su disposición" (Gissener Allgemeine)
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foto cartel: Ingrid A.


Y AQUÍ TENÉIS LOS ENLACES PARA DESCARGAR EL AUDIO, QUE FUE EMITIDO POR BR.ONLINE  (descargas de Rapidshare, se puede escoger la versión FREE)




CINDERELLA-OLYMPIA - LES CONTES D'HOFFMANN BAYERISCHE STAATSOPER



Rubia, vestida del mismo tono de azul, zapato de salón, falda con dos volantes laterales a la altura de las caderas, cuello de escote redondo, mangas cortas levantadas, guantes de saten azul, cinta negra en el cuello y... pajarito en la mano. La Olympia de Les Contes d'Hoffmann de Munich, puesta en escena de Richard Jones y vestuario de Buki Shiff, es exactamente igual que la Cinderella/Cenicienta/Cendrillon/Cenerentola de Disney.