20 nov. 2009

L'ITALIANA IN ALGERI. FIN DE FIESTA


El pasado miércoles 18, Maria Teresa, Carme y Victoria asistieron en el Teatro Real de Madrid a la última función de L'Italiana in Algeri. Aquí está su crónica.

Normalmente lo que se suele comentar, cuando de una ópera se trata, es de su estreno. Hoy, nosotros vamos a hablar...de la despedida. ¿Originales? Puede, pero asistir a la última de las doce funciones de esta obra de Gioachino Rossini, en el Teatro Real de Madrid, ha sido más fruto de la casualidad que de una estudiada premeditación.




Una ópera de Rossini siempre es un motivo de placer, o sea que un requisito para pasarlo bien ya lo teníamos asegurado. Esta producción, dirigida por Jesús López Cobos, contaba con la puesta en escena de la factoría de "Els Comediants", que supieron crear un marco colorista y fantástico para el relato de las andanzas de Isabella en Argel. Sus creaciones llevan todas un sello que las distingue, pero siempre resultan divertidas y sorprendentes. Rossini y Els Comediants resultan un matrimonio muy bien avenido. Los principales papeles estuvieron a cargo de Michele Pertusi (Mustafà), Vesselina Kasarova (Isabella), Maxim Minorov (Lindoro), Carlos Chausson (Taddeo), Borja Quiza (Haly), Davinia Rodriguez (Elvira) y Angélica Mansilla (Zulma).

De entre todos ellos destacamos a Vesselina Kasarova, que nos gustó sobretodo en el segundo acto con el "Pensa alla patria" y en los números de conjunto. De estos concertantes, duos y trios, esta ópera está tan bien servida que es un disfrute contínuo. El famoso "Nella testa ho un campanello", el de las onomatopeyas, en el que todos cantan el sonido que creen oír en sus cabezas, fué resuelto de manera brillante y el trio "Pappataci! Che mai sento", con baile incluído, fueron para pedir que se haga un DVD de esta función.


Dejamos para lo último de esta crónica comentar el rol de nuestro amigo Carlos Chausson, Taddeo. Tener a Chausson en un reparto es un lujo. Todas sus interpretaciones acaban siendo un referente. Controla cada gesto, nada es casual y todo está al servicio de esa voz que hace maravillas con esos ritmos endiablados y cantos sillabatos a los que era tan aficionado el de Pesaro. Aunque no cante, su presencia en el escenario no pasa desapercibida, nunca. Pudimos pasar a camerinos a saludarle, teniendo la inestimable colaboración de su esposa. Nos recibió, amable y alegre como siempre y preguntó "¿Qué, qué os ha parecido?" ..cómo si pudiera haber otra respuesta que no fuera la de "¡¡Fantástico!!. Estaba muy cansado y por eso le agradecemos aún más que perdiera unos minutos de su tiempo con nosotras y se dejara hacer una foto "exclusiva" para el "bloggg" como decía él.


Muchas gracias, Carlos, cada vez que te vemos es un motivo de alegría y de reconocimiento de tu bien hacer y de la grandísima categoría que tienes. Aquí diría él, "No me sirve, eres amiga y no vale". Pues sí que vale, no lo digo yo, lo dicen todos los que te vemos. Eres un maestro.

Maria Teresa