22 nov. 2008

Rolando Villazón's struggle with success - La lucha de Rolando Villazón con el éxito

Creemos que esta es una de las mejores entrevistas que se le han hecho a Rolando en mucho tiempo. O quizá es donde Rolando ha respondido más claramente, reflejando esa lucha en la que vive inmerso con más crudeza. En todo caso, esta entrevista realizada por Neil Fisher ha sido publicada hace dos horas en la edición digital TIMES ONLINE. La traducción ha sido rápida y aproximativa. Para léerselo con calma, reflexionar y comentar, tiene mucha tela.

La lucha de Rolando Villazón con el éxito

El tenor Rolando Villazón rechaza ser un producto de consumo en el mercado de la música clásica.

Hace cuatro años un huracán entró en el escenario de la ROH. La ópera era Les Contes d’Hoffmann, título que iba siempre ligado a Plácido Domingo, que había cantado el papel protagonista cuando la producción era nueva en los años 80. Pero había otra estrella para sucederle, unas figura descompuesta que bajó tambaleándose por las escaleras en su primera entrada, en una muestra terroríficamente convincente de embriaguez y, seguidamente, nos emocionó durante toda la noche con su carisma arriesgado.

Su nombre era Rolando Villazón, un tenor mexicano, como Domingo, que tenia, como él, una voz oscuramente baritonal, junto con una presencia escénica magnética. De repente tuvimos un vehículo para el papel demoníaco, patético u obsesivo de Hoffmann, el poeta que no puede separar sus fantasías góticas de su propia vida desesperada.

La actuación de Villazón, su debut en el Covent Garden, le catapultado a la estratosfera. Es una de los recuerdos más hermosos de mi carrera” dice él. Yo también estaba allí, y quizás la imagen más entrañable era Villazón que saltaba hacia arriba y hacia abajo con entusiasmo mientras recibió su ovación.

Villazón todavía expresa las emociones que él mismo siente. Pienso que mi dictáfono nunca será igual después de una hora cerca de sus exclamaciones y repertorio enorme de los efectos sonoros peculiares, que satisfacen una función vital en apoyar su inglés vibrante pero a veces restringido. Pero cuando lo encuentro en la ROH durante los ensayos para el estreno de su segunda interpretación en el Covent Garden como Hoffmann, está preocupado. “La historia de Hoffmann debe decir algo que vaya más allá de una noche agradable en la ópera” dice, moviendo las cejas. “Debe ir más allá de la impresión estética, más allá del espectáculo”. En parte éste es el compromiso profundamente arraigado de Villazón con el drama. Le pregunto sobre el papel protagonista en Don Carlos, un papel difícil que interpretó en mayo en el Covent Garden, recibiendo críticas variadas, y si se pone defensivo es sólo porque cree que falló en los requisitos dramáticos, no en los vocales. “Hubo una actuación en la que tuve una alergia, cosa que me frustraba para mí, no porque no podía cantar las notas, sino que porque no podía interpretar el personaje” Pero la creencia apasionada de Villazón en la ópera “más allá de la impresión estética” va más allá de la actuación El año pasado Villazón casi abandono su carrera, tomándose cinco meses de descanso la ópera. Fue una decisión audaz, que resulto aun más misteriosa porque su discográfica, Deutsche Grammophon, y sus managers guardaron mucho silencio sobre el hecho. También abrió una discusión enorme sobre las presiones que afectan al cantante de la ópera en el siglo XXI.

¿Así pues, qué sucedió? “¡estaba agotado! Y no eran necesariamente mis cuerdas vocales. Mis niveles del hierro eran bajos, yo tenía en dolor cada semana. Intentaba estar cerca a mi familia, pero al mismo tiempo daba entrevistas, promovía los CD,s, y grababa, ensayaba y aprendía papeles - es demasiado. Es muy duro controlar tu carrera. Es una meta psicológica que tienes que alcanzar: ser feliz no haciendo todas las nuevas producciones, y todos los conciertos maravillosos, y estar bien diciendo no a la mayor parte de a ellos”. Él insiste que la pausa no tuvo que ver con grandes defectos en su voz: más probablemente, de hecho, que era el resultado inevitable de la intensidad con la cual él afronta cada proyecto, sea un CD (su lanzamiento más reciente, Cielo e mar, apasionado pero desigual es un buen ejemplo) o una ópera escenificada. “Siempre supe que con mi manera de ser llegaría un momento de dolor. Nunca pensé que iba a suceder tan pronto.”

Pero lo qué comenzó como un simple descanso adquirió implicaciones más profundas. Villazón, que cuando nos encontramos lleva un libro sobado de Tolstoy ¿Que es el arte?, quiere que la ópera, y su lugar en ella, cambie fundamentalmente. “Cuando paré habría podido parar por cinco semanas. Paré para la mitad del año. Necesitaba pensar: ¿por qué hago esto? ¿Es por la vanidad? ¿Es por el espectáculo? No. Necesitamos buscar ese mensaje que subyace en cada obra de arte real". Es una guerra que Villazón está emprendiendo ahora activamente, aunque sea de forma un tanto errática. Cuando él lanzó Cielo e mar en el Reino Unido, en una recepción en una comida en la ROH, él insistió en dar un discurso a sus anfitriones corporativos, en el que atacó al consumismo. Él ahora dice lo mismo, criticando no sólo si mismo sino a la industria discográfica, al público y a los medios de comunicación por trivializar este arte. “Creo que el arte del canto se ha convertido en un acontecimiento deportivo con toda la fama alrededor de él. Si el espectáculo alrededor de cantantes de la ópera no es sostenido por los trabajos de verdad y por talento verdadero, desaparece. Anteriormente la fama estaba asociada con el respecto”.

Cuándo más se enciende Villazón es cuando toco el tema de su relación tan discutida con Anna Netrebko. Los dos primera figuras de Deustche Grammophon fueron comercializados agresivamente por la compañía como un dúo, particularmente en Alemania y Austria, y hasta hace poco tiempo ellos cantaron juntos con frecuencia en el escenario. También aparecerá en esta Navidad una brillante adaptación al cine de La Bohème de Puccini. “Se contó una historia a través de imágenes sobre mí y Ana que no era verdad o no era correcta” Villazón hizo recientemente un comentario que él ahora intenta retirar. “Se abusó de éste comentario que hice…” él explica, antes de detenerse brevemente, quizás para considerar lo que puedan interpretar hacer los jefes de la discográfica de sus palabras. “Creo que la discográfica solo estaba tomando lo que el periodismo ya había hecho, la “pareja de ensueño”, el ‘traumpaar’ - y todo el asunto surgió de la prensa. Esta campaña sustentó un par de par de proyectos y después se deshizo y cantamos con otros artistas. El peligro es que todo gire en torno a eso. Pero ése es el problema de nuestro tiempo. La fama obscurece".

Me pregunto hasta que punto puede realmente Villazón alcanzar sus metas complementarias: equilibrio entre lo personal y lo profesional, grabar discos sin el añadido accesorio de la fama. Él habla de reducir sus compromisos antes de revelar que acaba de regresar de Berlín para cantar para Daniel Barenboim, “una de las noches más satisfactorias de mi vida”. Y él admite que la imagen y la personalidad no sólo traen a nuevos conversos a la ópera, pero que también son esenciales en el escenario. “Es una lucha. Necesitas tu individualidad, necesitas cierta arrogancia, no puedes ser sólo un vaso vacío”.

Por encima de todo me pregunto si Villazón puede superar realmente esa “manera de ser”, este énfasis que destroza los nervios en encontrar el drama en todas las cosas en las que participa. ¿Podría él, aunque fuera solamente por su bienestar mental, aceptar simplemente que la ópera puede ser sólo un trabajo? “Sí, es un trabajo, pero no es un trabajo. No acaba cuando te vas a casa. Te vas a casa a pensar en su personaje. Tus hijos van a la escuela y entonces en el camino de la escuela al hogar me pregunto ¿cuál es el propósito del arte? Ser un artista es una forma de vida".

Hay que dar las gracias a la señora Villazón, una psicóloga, por acompañar toda esta angustia. “Ella ha sido la roca a la que puedo aferrarme. Sin ella no estaría aquí.”. Hay que darle a ella también las gracias por este segundo “asalto” a Hoffmann. “Hace cuatro años todo giraba alrededor del hecho que era mi primer Hoffmann, mi primer Covent Garden, todo giraba demasiado sobre Rolando Villazón. Esta vez todo va ser sobre Offenbach”. Recordad que después de que las ovaciones él se seguirá preguntando si lo ha conseguido.


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