11 déc. 2008

DEJAR DE PENSAR COMO EL REBAÑO


Éste va a ser nuestro post navideño, nuestra ramita de muérdago, nuestra escena "entrañable" de estas fechas.

Hoy, comiendo, hemos leído un artículo que nos ha indigestado el delicioso cous-cous de pollo y verduras. Es el primer post que no habla ni de Rolando, ni de música. En memoria de Jimbo Damour.

Desde que visité Cuba hace unas semanas, he estado pensando sobre la agresión visual a nuestras vidas. Si uno toma un taxi neoyorquino, se enciende un televisor con su correspondiente bombardeo de noticias y anuncios. Cosas como el mirar por la ventanilla, observar la luz del sol proyectada en una pared, la sonrisa de un niño, el aliento de la ciudad, ya están pasadas de moda.
En La Habana pasaba muchas horas contemplando una sola calle. Nada —ni una marca, ni un anuncio o un letrero de neón— me distraía de observar cómo la ciudad se iba rindiendo bajo la luz del sol. La lucha de Fidel Castro en pos del socialismo ha forjado a costa de un precio colosal una estética única, liberada de cualquier agitación, atrapada en un equilibrio inquietante de quietud y decadencia.
En el mundo actual, estos espacios vacíos, alejados del asalto del marketing, más allá de cualquier forma de mensaje (correo electrónico, sms, Twitter), se erosionan hasta el punto de que el silencio provoca distintos tipos de ansiedad por la sensación de no estar solicitado.
En cierto sentido, toda la crisis económica tiene que ver con la adicción: a instrumentos financieros cada vez más sofisticados (y opacos) diseñados para apalancar desde una vivienda a un plan de pensiones, en el nombre de la elevada rentabilidad que impulsó el consumo desenfrenado de los últimos años. Este desenfreno quedó horrendamente de manifiesto el día de Acción de Gracias . Esta fiesta también se ha convertido en temporada alta para las rebajas. Una multitud atraída hasta un establecimiento de Wal-Mart en Long Island, Nueva York, por ofertas de televisiores y reproductores de DVD baratos, entró en tropel antes del alba y mató a pisotones a un trabajador temporal, Jdimypai (Jimbo) Damour.
Imagínense la escena: 2.000 compradores impacientes que habían hecho noche allí presionando las puertas de cristal del hipermercado hasta que por fin las derribaron justo antes de las cinco de la mañana, y entrando en manada por encima de un hombre moribundo en busca de una ganga esquiva.
No defiendo la solución cubana: la mayoría de las tiendas de La Habana están vacías. Pero la muerte de Damour parece el epitafio de un arrebato de locura en EE UU, el último estertor del monstruo ahora agonizante que ha hecho que la deuda fuese tan abrumadora que mucha gente se encuentra en casas que valen menos que lo que deben al banco.
Barack Obama, el presidente electo, ha reunido a un potente equipo económico. Tendrá que tener mucha mano; aprobar un paquete de incentivos basado en el gasto público puede ser una de las primeras decisiones. Pero veo una larga recesión. Los estadounidenses necesitan reaprender a administrarse y reflexionar sobre sus prioridades. El ahorro resultante no ayudará a la economía, pero sí puede ayudar a distinguir a los seres humanos aplastados de las pantallas planas de televisión.
No hay nada más letal que el rebaño. Fue el pensamiento gregario, en el que desapareció la distinción entre reguladores y regulados, el que devaluó el precio del riesgo a cero y puso de rodillas a algunos de los grandes nombres de la banca estadounidense. En Wal-Mart, la mentalidad gregaria se apoderó de una muchedumbre hasta el punto de que un hombre moribundo se volvió invisible.
Ver, pensar de manera independiente, exige espacio visual. Incluso aunque La Habana esté fuera de su alcance, aíslense por un momento.
Apaguen todo. Respiren hondo. Ahora, en el silencio, prueben a imaginar lo que vio Damour, de 34 años, cuando la multitud enloquecida le aplastó.

DEJAR DE PENSAR COMO EL REBAÑO
Roger Cohen

The New York Times
Publicado en el suplemento NYT de El País de 11-12-08


Añadimos, como datos "anecdóticos": la cadena de supermercadosWal-Mart se ha significado especialmente por prohibir y perseguir encarnizadamente cualquier tipo de organización sindical por parte de sus trabajadores. Jimbo Damour, para mas inri, estaba contratado por una ETT. Era de raza negra y, probablemente, inmigrante.


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