Aunque pueda sonar extraño, yo nunca he tenido la más mínima intención de crear un club de fans. Mi único objetivo (y trabajo, y diversión, y placer) ha sido hacer un blog que informara lo más extensa y rápidamente posible sobre todo lo concerniente a Rolando Villazón. Pocos meses después de su creación, Rolando estuvo un año inactivo, por su operación, y el Blog se convirtió, además, en un punto de encuentro para mucha gente, en el lugar virtual donde seguir esperándolo.
Si hubiera querido hacer un club de fans, hubiera hecho un foro y habría inscripciones. Por el contrario, no hay patente de "villazonismo", y, cuando más de una vez alguien me ha escrito para saber que tenía que hacer para ser "villazonista", le he dicho que no hay registro, que cualquiera que lo quiera lo es, y que yo me limito a hacer mis post y poner el espacio para que la gente comente.
No me siento en absoluto cómoda con algunas de las actitudes más viscerales de los clubs de fans o de algunos fans, por fortuna, contadas excepciones. Pero he visto personas realmente fuera de sus cabales, con actitudes obsesivamente enfermizas, sin la más mínima educación y sin ningún respeto por la privacidad. Y no me gustaría en absoluto tener nada que ver con ello.
Pero, dicho esto, es cierto que el Blog ha proporcionado cobertura, ha acogido, ha facilitado una serie de relaciones personales que incluso en algunos casos se han convertido en sólida amistad. Por eso, cuando supe que Rolando daría el concierto de Barcelona, tuve muy claro que era un buen momento para conocer y compartir, para acoger, para hacer que ese concierto y esos días fueran muy especiales para todos.
Puse una nota en el Blog diciendo que quien quisiera participar en algunas de las actividades se pusiera en contacto conmigo, y finalmente quedó definido el programa: el sábado por la mañana, visita al back-office del Liceu, el sábado por la noche, cena del grupo y...(esa fue la sorpresa de última hora), después del concierto, un encuentro de Rolando con los villazonistas. Había que establecer algún criterio, el aforo no era ilimitado, y finalmente fueron las personas que participaron en alguna de las actividades previas las que asistieron al encuentro posterior. Esta última actividad se llevó con discreción de lo contrario hubiera
sido imposible hacerla, y menos aún después del gran éxito del concierto.
Finalmente conformamos un grupo ecléctico y heterogéneo, en edades, en procedencias, en idiomas. Pero, quizá no sorprendentemente, una cordialidad exquisita y un buen humor incuestionable estuvieron presentes en todos los actos. Y, añado, después del concierto también una euforia, alegría y felicidad detectables a simple vista en todos los rostros.
Quiero agradecer a todos y cada uno de ellos su afabilidad, su positividad y su buena disposición. Quiero agradecérselo a Alvaro, Anne, Anne Marie, Ariane, Blanca, Carme, Catherine, Cesca, Claudio, Danièle, Eleonore, Estrella, Eva, Gabriela, Georg, Ingrid, Jacqueline, Jesús, Jessica, Judit, Klàra, Katalin, Maria Teresa, Margherita, Marion, Mariù, Marta, Mercè, Michèle, Montserrat, Nadia, Nicole, Olga, Olga-2, Palmira, Pituca, Régine, Sandro, Sonja, Teresa (Tosca) y Xavier, que venian desde Alemania, Austria, Bélgica, Chile, Francia, Hungria, Italia y, por supuesto, desde nuestro país.
La mañana del sábado nos tocó madrugar, pero valió la pena. A las 9:10 estábamos puntualísimos para empezar la visita al back-office del Liceu, ya de por si interesante, pero que contaba con otro aliciente: que la guía, entre su visita a la tienda de Rosa Clarà y la de Pro-Novias (es que "está casando" a una hija) iba a ser Estrella. Eso nos garantizaba una disciplina férrea, un ritmo trepidante, y unas explicaciones interesantísimas, aderezadas con sus "morcillas" off the record, más interesantes aun. Y aún tuvimos la fortuna de contar con el acompañamiento del Sr. Ferran, que era todo amabilidad y "bonhomía". Después de la visita, un desayuno y charla en el Espai Liceu, mientras todo el mundo se interesaba por lo mismo ¿cúal será el obsequio para Rolando?
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El ramo de flores para entregarle en el teatro estaba encargado, incluso tuvo un post con historia propia, pero se había formado un reducidísimo "grupo de trabajo" para encontrar lo más apropiado para hacerle llegar a Rolando, de parte de todos. Y eso se explicó y desveló en la cena del sábado, en el bellísimo Saló de les Sirenes del Hotel España.
foto: Anne |
Como pensamos que los estantes de la familia Villazón ya estarían repletos de estatuitas de Lladró, libros decorativos y jarrones de cristal de Bohemia, desechamos enseguida la idea de regalarle un souvenir de los que venden en Las Ramblas: no, no iba a ser una folclórica flamenca, un toro de Osborne, ni siquiera el drac del Parc Güell. Y mucho menos el sombrero mexicano que cada guiri (turista) nórdico adquiere en Barcelona como souvenir "typical spanish".
Lo primero fue el concepto, después el uso: Estrella dibujó una muy graciosa caricatura "adhoc" y decidimos estamparla en varios objetos. Empezamos por la taza (mug), luego vino un delantal y una camiseta bicolor para Rolando, una T-shirt deportiva para Lucía, y, como quedaba algún remanente para emplear, finalmente encargamos unos slips blancos para Rolando, con un discreto logo lateral. Para que no lleve siempre los famoso boxer rojos de robots.
Todo eso se lo entregamos a Rolando en el marco incomparable (nunca mejor dicho) de la chimenea modernista de alabastro del Bar Arnau, luego de los correspondientes parlamentos de Sandro, Catherine, Ingrid y la que escribe.
Todo eso se lo entregamos a Rolando en el marco incomparable (nunca mejor dicho) de la chimenea modernista de alabastro del Bar Arnau, luego de los correspondientes parlamentos de Sandro, Catherine, Ingrid y la que escribe.
foto: Anna B |
foto: Margherita |
Mientas abría los presentes, Rolando se los iba colocando en capas superpuestas, aunque le indicamos que los slips no hacia falta que se los pusiera encima de los tejanos. Improvisó con ellos un tirachinas, por un momento pareció que acabarian colgados de la lámpara, pero finalmente todo se puso a buen recaudo en un bolsa para que se lo pudiera llevar, menos el delantal, que debía ser cómodo, ya que, según me dijeron, se lo llevó puesto mientras se marchaba por la calle Sant Pau.
foto: Conny |
Y yo no lo vi, ni debe ser cierto, pero la imagen que tengo en mi cabeza es que se alejó cantando y dando saltitos, como lo hubiera hecho Charles Chaplin después de una tarde muy, muy feliz.
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