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L'incoronazione di Poppea, de Claudio Monteverdi, es mi ópera barroca favorita, quizá junto con Giulio Cesare (Handel). La descubrí por casualidad, mejor dicho, porque me entraba en el abono del Liceu, donde se programó en la temporada 2008-2009, con Miah Persson como Poppea y Sarah Connolly como Nerone. La fui a ver sin conocerla, sin esperar nada en especial, y quedé deslumbrada. Tanto que la volví a ver otras tres veces, y en cada una de ellas aumentó mi interés y mi disfrute. Me pareció una obra que, perteneciendo a los inicios de la historia de la ópera, es modernísima, estilizada, con un elegante lirismo de melodías más simples que las que se dieron posteriormente, pero en absoluto menos bellas, y favorecida por la falta de abigarramiento y de los posteriores desvaríos efectistas y sentimentales, y un argumento donde, combinado con humor, indaga en la esencia de la condición humana (ambición, seducción, celos, ira, ética). La puesta en escena, de David Alden también ayudó mucho a aquella sensación de actualidad, de vigencia: una escenografía historicista, con túnicas de romanos, seguramente lo hubiera arruinado.
Todo el elenco estuvo muy bien, especialmente Dominique Bissé y Franz-Josef Selig, pero los (las) protagonistas principales estuvieron realmente extraordinarias: Sarah Connolly, mi mezzo preferida, hizo un Nerone enérgico y sensible, y Miah Persson una Poppea perfecta y seductora. Mis fragmentos preferidos son la muerte de Séneca, el Oblivion soave y, desde luego, el Pur ti miro final. Y, aún sabiendo que Nerone tanto lo puede cantar un tenor, como un contratenor o una mezzo, nunca imaginé que lo oiría tan convincentemente cantado por la voz de Rolando Villazón.
Sandrine Piau y él no debieron tener mucho tiempo de ensayarlo, en sus dos recientes conciertos Combattimento en el Festival de Turku (Finlandia), los días 14 y 15 de agosto. Ella es una experta en el papel, pero Rolando era su primera interpretación del dúo, y lo cierto es que la coordinación entre las dos voces fue perfecta. La voz de Rolando evidencia toda la ductulidad conseguida con su preparación mozartiana, y es dulce, untuosa, cálida y flexible sin dejar su característica energía y belleza tímbrica. El sonido del vídeo pertenece a la emisión radiofónica, con alguna imperfección, pero sirve como muestra de lo que, en directo, debió ser realmente impresionante, como nos testimonian los relatos de los presentes. Las imágenes pertenecen a diferentes representaciones de L'incoronazione di Poppea.