Con un recital de arias de Verdi —de las distintas épocas del compositor italiano, desde Oberto hasta Falstaff, incluyendo In solitaria stanza en la orquestación de Luciano Berio—, Rolando Villazón firma su primer disco en solitario desde hace tres años. Tras sus incursiones en Haendel y Mozart, este álbum con Deutsche Grammophon supone un regreso a su antiguo repertorio. En esta entrevista el tenor mejicano habla sobre su crisis de los últimos años, sobre cantar como deporte de alto rendimiento y, naturalmente, sobre la fuerza emocional de la música de Giuseppe Verdi.
(...) ¿Es hoy más difícil para los cantantes cuidar su voz que hace cien años?
Pues no se lo puedo decir porque no sé como era eso hace cien años. Sabemos, en efecto, que hoy la vida es más rápida y que hay más alergias. Pero creo que la gente antes no hablaba mucho sobre esto. Caruso tuvo ocho operaciones en las cuerdas vocales y fue el mayor tenor de todos los tiempos. Hoy en día tenemos YouTube y filmaciones de óperas en directo en el cine. Hay un documento de todo lo que hacemos sobre el escenario. Si un artista comete hoy una falta, mañana lo sabe todo el mundo. Lo cual significa también estrés para ese cantante. Además, la música es más importante que la individualidad de los intérpretes. Por ejemplo, con mi nuevo disco, deberíamos hablar sobre Verdi, no sobre mí.
Enseguida, se lo prometo.
En nuestra cultura es muy fácil hablar de la gente. Pero es más importante que hablemos de la música. Cuando nosotros ya no estemos aquí, vendrán otros que cantarán esa misma música. Y después de todo, lo que quedará es precisamente eso de lo que aún hablamos: los compositores, Mozart, Verdi, Puccini. Tenemos que conseguir algo de distancia tras la excitación, tras la avidez de sensaciones. A veces hay representaciones fantásticas, a veces hay buenas representaciones y a veces hay malas representaciones. Es así. Como cantantes de ópera nos movemos constantemente al límite. Estar sobre el escenario es como andar sobre la cuerda floja.
Llegamos ahora a Verdi, ¿cómo es su música?
Su música es un reflejo del alma humana. Verdi no ha compuesto para el aplauso, su música cuenta siempre algo, habla de los sentimientos de los personajes. Es como si hablaran las almas, aunque todo sea tan simple. Verdi no tenía ningún miedo a ser sencillo. Por eso la gente tiene un acceso directo a su música. Con Wagner no es tan fácil, en él se oye la lucha con la obra, como el trabajo de un escultor. Verdi es lo auténtico, es uno con sus composiciones, por eso son tan universales. La tragedia de Violetta, el egoísmo del Duque en Rigoletto o esos roles oscuros de Shakespeare… ¡Es fantástico! Coge a Shakespeare y le da música, es como una traducción perfecta en notas.
¿Por qué interpretamos todavía sus personajes después de cien años?
Porque habla más que de ellos mismos. Cuando habla de melancolía, es La Melancolía. En esos momentos pertenece al papel que la representa, pero así suena la melancolía. Él toma los personajes, entiende perfectamente lo que están experimentando y lo pone en música. Y al fin ese papel concreto es un retrato universal.
¿No son, en realidad, más interesantes los papeles de Verdi para barítono, Simon Boccanegra o el abismal Yago? Los papeles de tenor, por el contrario, son a menudo unidimensionales, sin pasar por ninguna evolución.
Verdi ha creado papeles fantásticos para todos los géneros de voz. Creo, en efecto, que para Verdi la evolución de los caracteres no es tan importante como el retrato de los sentimientos. Vemos, por ejemplo, a Alfredo, nervioso, luego feliz, luego desdichado. La evolución, el camino de un estado de ánimo a otro se verá sólo un poco iluminado. Pero la música nos habla tan claro que lo entendemos. Existe, desde luego, tal evolución, pero Verdi nos señala sobre todo los momentos importantes. Es como en las películas, que a menudo sólo vemos instantáneas y no lo que pasa entre medias. Y, a pesar de ello, nuestro cerebro establece las conexiones correctas.
Su base en los papeles de tenor le permite comprender la evolución estilística de Verdi, desde las primeras obras románticas hasta Otello. ¿Cuáles son los puntos de referencia de esa evolución?
Bueno, yo no soy musicólogo. El nuevo disco tampoco trata de rastrear la evolución de Verdi como compositor de ópera. Más bien se trata de una travesía en la que muestro momentos de la carrera de Verdi. Empieza con Oberto y termina con Falstaff, con la última aria para tenor que escribió. ¿Y no es fantástico que, de todas, esta última aria para tenor sea para ese tipo de tenor? Está tan completamente lejos de las grandes voces, de Radamés o de Otello… También he considerado largamente si debería grabarIl trovatore. Antes todos cantaban todo, ahora hay que ser muy especialista. Diciéndolo pronto: ¿por qué canta Celeste Aida si no es Radamés? Este debate inútil quería evitarlo en este proyecto. No soy, en absoluto, de la opinión de que sólo se pueden cantar arias aisladas si se puede también encarnar el papel entero. Si yo pensase siempre sólo en lo que escribirán los críticos, no hubiese grabado ningún Haendel, ningún Mozart, ningún Monteverdi. (...)
Børn Woll
Traducción: Begoña Quintanilla
(Extracto de la entrevista publicada en Scherzo nº 279, noviembre 2012)