Quiero hoy compartir en el Blog una de las críticas más bien hechas, más elaboradas y más profundas de las que han salido al respecto del Werther de Lyon. Creo que nadie que realmente haya visto el espectáculo (cosa que no sucede con todos los que escriben sobre ello) podrá decir, como mínimo, otra cosa de que es una puesta en escena bellísima y sugerente. Pero la autora del texto, Hannah Glaser, en este artículo para la revista alemana CRESCENDO, nos trasmite con una gran sensibilidad y certeza expresiva, sus impresiones sobre el resultado de esta primera dirección escénica de Rolando.
Primera puesta en escena del tenor estrella Rolando Villazón: Una ópera de Massenet, Werther, el drama poético del alma.
Con la ópera de Massenet, "Werther", el tenor estrella Rolando Villazón estará, por primera vez, detrás del escenario. El lunes de esta semana, él celebró, con gran éxito, su debut como director en la ciudad francesa de Lyon. Fue en la ópera de esta ciudad donde hizo su debut como cantante en Francia .
Hannah Glaser
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Desde entonces, Rolando Villazón ha cantado a menudo Werther, este enamorado desafortunado cuya vida termina, mientras que el matrimonio y el honor de su amada no se ponen en peligro, y que su amor no tiene ninguna salida. El público de la Ópera de Viena no fue el único en dejarse conmover, con la respiración contenida, por su intensa interpretación del rol. "Nadie muere como Villazón", escribió en aquellos días la prensa austriaca. Ahora, Villazón deja morir, y dirige precisamente la puesta en escena de esta sombría obra, como su primogénita, en la Ópera de Lyon. El modelo literario, "Las desventuras del joven Werther", apareció en 1774 como una novela epistolar. El autor fue en su tiempo un joven abogado en Wetzlar, y con este texto autobiográfico, retrata su amor sin esperanzas por Charlotte Buff, ya prometida. A los 23 años, Goethe frecuentaba el hogar de los Buff, y cuidaba las relaciones de amistad con el futuro marido de Charlotte, y con sus ocho hermanos y hermanas menores.Se guardaron las convenciones sociales, pero al final el joven Goethe no pudo soportar este amor no vivido, y se marchó de Wetzlar. - También la ópera de Massenet, compuesta más de cien años después, es una obra íntima, parca en acciones y cuyo drama se desarrolla en la música, y por esto, en la vida interior de los personajes. En apariencia, los protagonistas se conforman con las reglas sociales y permanecen aprisionados, las emociones se desenvuelven en su interior.
El subconsciente es, en consecuencia, el terreno en el que Villazón, como director, establece la interpretación de la ópera. Allí, donde pocas cosas ocurren, hace surgir imágenes de una belleza frágil, secuencias surrealistas de sueño, un universo poético de sentimientos que se alimenta sólo de la música. Como gran artista que es (no sólo este rol), él utiliza su enorme don para una sincronización óptima. El fuego que él pone en sus imágenes a través de gestos y símbolos, se enciende a su debido tiempo, de modo que incluso en la decadencia amenazadora, ese fuego ilumina la noche del alma - la de los personajes principales, pero también la de los espectadores.
Para la coreografía de este paisaje del alma, en plena expansión, el decorado blanco ofrece, con pocos accesorios, una locura, que una prodigiosa dirección de los colores y de las luces sumerge en una atmósfera siempre nueva. En su estado inicial, la escena brilla con una ligereza flotante y se sumerge en un blanco surrealista - a la izquierda, tenemos una jaula de pájaro de gran tamaño, a la derecha, un clavecín blanco y un reloj estilizado, y blanco - atributos de la familia burguesa en la que Charlotte vive con su padre y sus hermanos y hermanas. Con Villazón, no hay realismo ni naturalismo. La naturaleza está presente con una belleza sombría y abstracta, en segundo término, con flores de diseño gráficos, cuyos tallos - verdes en verano, blancos en la escena de muerte invernal - flotan ingrávidos, como un móvil de gran tamaño detrás de la escena.
Es en este escenario donde intervienen los cantantes, en una distribución idealizada, en primer lugar el joven cantante mexicano, Arturo Chacón-Cruz como Werther con su voz de tenor de timbre oscuro, y Karine Deshayes como la dramática Charlotte. La encantadora Anne-Catherine Gillet en el rol de Sophie, la hermana menor de Charlotte, aporta a la escena, con una voz radiante y un canto entusiasta, una alegría pura, y también el rol de Albert, burgués, novio y futuro marido de Charlotte, es, con el barítono Lionel Lhote, cantado adecuadamente.
Una parte crucial del éxito también es atribuible a un personaje mágico, que no aparece en el Werther de Goethe ni en el de Massenet. Aquí, el interior de los protagonista se proyecta hacia afuera, suavemente y de forma visible para todos. Tenemos el payaso triste que, la mayor parte del tiempo, está encerrado en la jaula, y actúa, en ayuda de la pantomima que Werther no se atreve a hacer en la vida real. Él es feliz y sale de su prisión cuando Werther confiesa a Charlotte su amor, y más tarde es también quien entrega la pistola con la Werther se suicida. Y también tenemos este niño, un mini-Werther de siete años, vestido igual, que acompaña al adulto como su sombra muda. Este niño interior yace sin vida en la jaula cuando Werther comprende la desesperanza de su amor.
Con su ayuda se desarrollan escenas llenas de fantasia, cuadros de gran belleza, serenidad y gracia que sirven para que cada uno pueda hacer sus propias asociaciones y su propia interpretación, y que cada uno se deje invadir por una ola de sentimientos que, tal vez, un amanecer o una mirada al cielo nocturno puedan suscitar.
Por supuesto, también con Villazón, Werther muere al final y Charlotte se retuerce de desesperación. Sin embargo, las imágenes que quedaran de esta puesta en escena, son otras.
Traducción del alemán al francés: Eléonore (merci!)
y del francés al español, yo misma, disculpad aquello "lost in translation".
Lire en français
Première mise en scène du ténor vedette
Rolando Villazón : Un opéra de Massenet, « Werther », le drame
poétique de l’âme.
Avec
l’opéra de Massenet, « Werther », le ténor vedette Rolando Villazón
va, pour une première fois, derrière les coulisses. Cette semaine, lundi, il a
fêté, avec un grand succès, son début comme metteur en scène dans la ville
française, Lyon. C’est à l’opéra de cette ville qu’avec son début en France sa
carrière de chanteur avait commencé.
Hannah
Glaser
Depuis
lors, Rolando Villazón a souvent chanté Werther, ce amoureux malheureux dont
la vie finit, pendant que le mariage et
l’honneur de son adorée ne sont pas mis en danger, et que son amour n’a aucune
issue. Le public de l’Opéra de Vienne n’était pas le seul à se laisser
émouvoir, le souffle retenu, par son interprétation intense du rôle.
« Personne ne meurt comme Villazón », écrivait en ce temps-lá la
presse autrichienne. Maintenant, Villazón laisse mourir, et met en scène
justement cette sombre pièce en tant que son premier-né à l’Opéra de Lyon. Le
modèle littéraire, « Les souffrances du jeune Werther » parut en 1774
sous forme de roman de lettres.
L’auteur fut en ce temps-là un jeune clerc d’avoué à Wetzlar, et avec ce texte
autobiographique, il traita son amour sans espoir pour Charlotte Buff, déjà
fiancée. Âgé de 23 ans, Goethe fréquentait la maison Buff, et soignait des rapports d’amitié avec le
futur mari de Charlotte, ainsi qu’avec ses huit frères et soeurs plus jeunes.
Les conventions sociales sont gardées, mais à la fin le jeune Goethe ne pouvait
plus supporter cet amour non vécu, et a quitté Wetzlar. – Aussi l’opéra que
Massenet a composé plus de cent ans plus tard, est une oeuvre intime, pauvre en
actions et dont le drame se déroule dans la musique et, par cela, dans la vie intérieure
des personnages. En apparence, les
protagonistes se conforment aux règles sociales et ils y restent emprisonnés,
les émotions se déroulent dans leur intérieur.
Le
subconscient est, de façon conséquente, le terrain sur lequel Villazón, en tant
que metteur en scène, établit l’interprétation de l’opéra. Là, où peu de choses
se passent, il laisse naître des images d’une beauté fragile, des séquences de
rêve surréelles, un cosmos poétique des sentiments qui s’alimente uniquement de
la musique. En tant que grand interprète (non seulement de ce rôle), il profite
de son énorme don pour un timing optimal. Le feu qu’il met dans ses images à
travers de gestes et de symboles, s’enflamme dans le bon moment, de sorte que
même dans le déclin menaçant, ce feu illumine la nuit de l’âme - celle les
personnages principaux, mais aussi celle des spectateurs.
Pour
la choréographie de ce paysage de l’âme, en plein épanouissement, le décor
clair offre, avec peu d’accessoires, une folie, qu’une direction prodigieuse
des couleurs et des lumières plonge dans une atmosphère toujours nouvelle. Dans
son état initial, la scène brille d’une légèreté à flotter et elle est plongée
dans un blanc surréel – à gauche, nous avons une cage à oiseau surdimensionnée,
à droite, un clavecin blanc et une pendule à gaine, blanche, stylisée -
attributs d’un ménage grand bourgeois dans lequel Charlotte vit avec son père
et ses frères et soeurs. Chez Villazón, il n’y a pas de réalisme, ni de
naturalisme. La nature est présente dans une beauté sombre et abstraite, dans
l’arrière-plan, avec des fleurs graphiquement conçues, dont les hampes – vertes
en été, blanches dans la scène de mort hivernale – flottent sans poids, comme
un « mobile » surdimensionné
au-dessus du tableau.
C’est
dans ce cadre que joue l’ensemble de chanteurs, dans une distribution
souveraine et idéal-typique, en premier lieu le jeune chanteur mexicain, Arturo
Chacón-Cruz comme Werther avec sa voix ténor au timbre sombre, et Karine
Deshayes comme Charlotte aux actions dramatiques. La charmante Anne-Catherine
Gillet dans le rôle de Sophie, jeune soeur de Charlotte, apporte sur la scène,
avec une voix rayonnante et un jeu enthousiaste, une pure joie de vivre, et
aussi le rôle d’Albert, bourgeois, aimant ses aises, fiancé et futur mari de
Charlotte est, avec le baryon Lionel Lhote, distribué le mieux possible.
Une
part décisive de la réussite est attribuée aussi une Personne Magique qui
n’apparait ni dans le Werther de Goethe ni dans celui de Massenet. Ici, l’intérieur
des protagonistes se tourne vers l’extérieur, tout doucement et d’une manière
visible pour tout le monde. Nous
avons le clown mélancolique qui, dans la plupart du temps, est enfermé dans la
cage, et joue, à l’aide de la pantomime que Werther n’ose pas faire dans la
réalité. Il est heureux et laisse son prison quand Werther avoue à Charlotte
son amour, et plus tard c’est toujours lui qui remet le pistolet avec lequel
Werther se brûle la cervelle. Et nous avons ce petit garçon, un mini-Werther de
sept ans, dans un costume identique, qui accompagne l’adulte comme son ombre
muette. Cet enfant intérieur est couché inanimé dans la cage lorsque Werther
comprend la désespérance de son amour.
Avec
leur aide se développent des tableaux pleins de fantaisie, des tableaux
fantastiques de toute beauté, de sérénité et de grâce qui sont assez pour que
chacun puisse avoir ses propres associations et sa propre interprétation, et
que chacun se laisse envahir par une vague de sentiments, que, peut-être, un
lever du soleil ou un regard sur le ciel de nuit peuvent suscite. Bien
sûr, chez Villazón aussi, Werther meurt à la fin et Charlotte se tord de
désespoir. Cependant, les images qui resteront de cette mise en scène, sont
autres.
Que bonita y emotiba cronica, me ha encantado y emocianado
RépondreSupprimerEnfin ,une belle critique.
RépondreSupprimerIl y a encore des gens capables de comprendre ,de s'émouvoir,de trouver beau sans avoir peur de le dire.Ce ne fut pas le cas de bien des critiques français,certains journaux avaient exactement les mêmes mots !!!!!!!!
Le public lui, a aimé.
Moi j'ai adoré.
Nuestro Rolando tiene la gran suerte de tenerte a ti como cronista y como alma de un montón de fans suyos que envían sus excelentes colaboraciones.
RépondreSupprimerEsto nos permite segguirlo puntual y apasionadamente.
¡Gracias!
La crítica me ha parecido muy personal y descriptiva de lo que se vio y sintió en la Opera de Lyon. Con un mínimo de imaginación uno puede llegar a visualizar todo el montaje. Se nota que a esta mujer le llegó el mensaje que Villazón quiso transmitir. Y no me extraña porque con su carisma, este hombre nos va a sorprender muchísimo en adelante.
RépondreSupprimerUne très jolie et très poétique critique de la mise en scène de Rolando.
RépondreSupprimerIl est exact que les images qui restent, ce ne sont pas celles du drame de la mort, mais la beauté, l'onirisme, les couleurs claires et vives.
Ceci est loin des sombres et tristes couleurs de la mise en scène de Benoit Jacquot dans laquelle Rolando interprètera Werther à Londres.
Un très grand merci à Eleonore grâce à qui je peux comprendre et apprécier cette critique pleine de lyrisme et d'émotion qui détaille avec précision de nombreux éléments pleins d'invention.
RépondreSupprimerJe n'ai pas vu cette mise en scène de Rolando (sauf quelques petits extraits télévisés) et tout ce que j'en ai lu (parfois négatif, souvent positif) me donne une envie folle de découvrir SON Werther, car, à n'en pas douter, il y a mis une empreinte poétique très forte et "toute SON âme est là........."
¡Que hermosa crítica! Para los que sólo vimos la bellísimas fotos, nos ha ayudado a apreciarlas aún más, y desear que ojalá algún dia podamos ver esta
RépondreSupprimermagnífica puesta en escena de Wherter de nuestro amado Rolando.
Gracias!!
Catherine : j’étais très heureuse d’avoir la possibilité de traduire cet article. Dans chaque phrase d’Hannah Glaser, je sentais qu’elle avait compris même les menus détails de la mise en scène de Rolando, qu’elle avait compris ses pensées, son intention de nous offrir une vision de Werther, différente de celle à laquelle nous sommes habitués. Elle pouvait apprécier avec une grande sensibilité la profonde poésie de cette mise en scène, et les vives couleurs que moi aussi j’adorais tellement. J’ai particulièrement aimé ce qu’elle avait écrit sur le feu que Rolando met sur la scène et dans notre âme. Je suis très triste de ne pas avoir eu l’occasion de voir ce Werther.
RépondreSupprimerCatherine : j’étais très heureuse d’avoir la possibilité de traduire cet article. Dans chaque phrase d’Hannah Glaser, je sentais qu’elle avait compris même les menus détails de la mise en scène de Rolando, qu’elle avait compris ses pensées, son intention de nous offrir une vision de Werther, différente de celle à laquelle nous sommes habitués. Elle pouvait apprécier avec une grande sensibilité la profonde poésie de cette mise en scène, et les vives couleurs que moi aussi j’adorais tellement. J’ai particulièrement aimé ce qu’elle avait écrit sur le feu que Rolando met sur la scène et dans notre âme. Je suis très triste de ne pas avoir eu l’occasion de voir ce Werther.
RépondreSupprimerUn grand merci à Eleonore pour nous avoir traduit en français cette chronique de Hanna Glaser, si pleine de sensibilité et d'intelligence. Avec aussi un énorme merci à Hanna qui a si bien su ressentir et décrire l'atmosphère si particulière de ce Werther.
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