24 sept. 2010

ROLANDO VILLAZÓN: "LA ÓPERA ES UNA FERIA EN LA QUE HAY QUE SUBIRSE A TODO"

Foto de archivo
 
El Cultural.es 24-09-2010

Es uno de los nombres imprescindibles de una temporada operística que pone el acento en las voces. El Cultural ha hablado con Rolando Villazón sobre su convalecencia, su último disco, dedicado a México, y sus planes como director de escena. Junto al tenor, repasamos las mejores propuestas líricas de nuestros teatros.  Benjamín G. Rosado

 
Asegura Rolando Villazón (Ciudad de México, 1972) que si alguna “fuerza cósmica” le devolviera al pasado, pediría amablemente que le colocaran el quiste en el mismo sitio donde se lo encontraron hace poco más de un año. De los quince especialistas que le examinaron, sólo uno acertó el origen de una afonía que ponía en jaque su condición de divo todoterreno tras una retirada preventiva que lo había alejado cinco meses de los escenarios.

A la palabra “cirugía” en boca del foniatra Gerrit Wohlt, el mismo que operó a Natalie Dessay, le siguió la cancelación de todos sus compromisos hasta mediados de 2010, incluido el esperado estreno en Los Ángeles de Il Postino de Daniel Catán. Se despidió en su blog con un emotivo vídeo en el que explicaba las razones de su ausencia y agradecía el apoyo de los fans, que en el caso del tenor mexicano, asiduo a los realities, los crossovers y los chats, son legión. Hasta la misma puerta del quirófano le acompañó Lucía, su mujer. “Me dijo que pasara lo que pasara -recuerda el tenor mexicano- no me preocupara de nada. Que mi talento no estaba en mi garganta, sino en mi cabeza. Todo en mi cabeza”.

Nueve meses más tarde, y abriéndose paso entre los rumores, aparecía de nuevo en la Ópera de Viena para L'elisir d'amore de Donizetti. El público agasajó su Furtiva lagrima con 23 minutos de aplausos. Pero hubo cierto consenso en cuanto a que Villazón podría haber perdido “amplitud” y “fuelle” en el exilio. Lo desmintió en su siguiente aparición como Lenski en el onírico Eugene Onegin de Achim Freyer para la Ópera de Berlín y más tarde en La traviata de Zúrich. Algo más tibio fue el reencuentro con Salzburgo y la gira londinense. Pero para entonces ya nadie se atrevía a cuestionar que Villazón había vuelto para quedarse. Debutará esta temporada como Don Ottavio en el Don Giovanni de Mozart del Festival de Baden-Baden. Ofrecerá recitales en San Sebastián, Barcelona y Madrid. Y estos días presenta ¡México!, su última incursión discográfica.


-Cuesta imaginarlo tanto tiempo fuera del circuito. ¿A qué se dedicó en esos nueve meses?
-He sido feliz durante mi retiro. Han sido unas vacaciones impuestas, que he aprovechado para hacer todo lo que tenía pendiente. Pasear con mi familia, visitar a los amigos, perderme en largos paseos y leer compulsivamente. He sido un devorador de filósofos y biografías de payasos, a los que siempre he considerado protectores de nuestra verdadera naturaleza, ésa de la que nos hablan Brecht, Beckett, Cocteau...


-¿Con qué lección se queda?
-He aprendido que las cosas pasan porque tienen que pasar. Y que hay que afrontarlas tal y como vienen.


-¿Quiere decir que no forzó la voz, que no se precipitó?
-No lo digo yo, lo dicen los médicos. Mi quiste no tuvo nada que ver con mi manera de cantar. Era un problema genético. No es que me saliera un quiste por arrastrar la voz, sino que arrastraba porque tenía un quiste de tamaño considerable.


-Un sector de la crítica no fue tan comprensivo...
-Hay dos razones por las que hoy me asomaría a las críticas. Bien por narcisismo, buscando el elogio y el aplauso. O bien por dar voz, nombre y hasta motivos al crítico cabrón que llevo dentro. Y poder enojarme con alguien. ¿Sabe qué le digo? Que para crítico canijo, me basto solo.

 

Sin miedo a los gallos

-¿Seguirá desfogándose con Don José y Don Carlo?
 -A la partitura me remito cuando digo que no son roles peligrosos para mi voz. Don José es un tenor lírico, escrito casi todo en piano. Y el problema de Don Carlo es que nos hemos acostumbrado a las versiones que dejaron Corelli y los grandes tenores lírico-spinto. Parece como si después de ellos ya nadie pudiera cantarlos.


-Y ahora que todo vuelve a la calma, ¿se hará más rácano, más krausiano en sus apariciones?
-Quienes me conocen saben que no voy a contenerme, ni dejarme nada en el plato. Cantaré como he cantado siempre, aunque eso me cueste diez años menos de carrera. El salto sólo es salto si no hay red debajo. Además, aquí uno no se juega la vida como en los toros. Sólo el gallo.


-Vuelve al ruedo mediático con un homenaje a su país. ¿Qué significan las exclamaciones?
-No hay fiestas más ruidosas en mi país que las de los aniversarios por la Independencia y la Revolución. Las exclamaciones vienen a subrayar la parte más luminosa de México, ensombrecido muchas veces por las noticias que de allí nos llegan. El disco es un homenaje y una reivindicación.


-La mala fama del crossover parece obviar que la música popular y la clásica fueron durante un tiempo una misma cosa.
-¡No hay más que escuchar, por ejemplo, las Danzas húngaras de Brahms! También ¡México! hace referencia a una época en la que las técnicas del cantante pop y el lírico no eran tan diferentes. Hablo de un Pedro Vargas, al que se le conocía como tenor continental, o de un Jorge Negrete, que incluso llegó a cantar Rigoletto, o un Pedro Infante. Con esto no digo que Agustín Lara sea el Schumann mexicano. Pero sí que los géneros musicales muchas veces sólo sirven para ordenar los discos en las estanterías.


 
Mozart en la mirilla

-Mientras que la ópera sigue librando una batalla interna entre divos y registas, usted se escapa por la tangente. En enero dirigirá la escena de un Werther en la Ópera de Lyon.
-Todo se remonta a una conversación con el director Richard Jones en la que me animó a dirigir algo. No le tomé en serio hasta que, poco a poco, fue tomando forma en mi imaginación un Werther muy personal, que propuse a varios teatros. Muchos se interesaron, pero el que metió toda la carne en el asador fue Serge Dorny, director de la Ópera de Lyon.


-También Mortier ha insinuado que podría contar con usted entre bambalinas. ¿Explica esto su repentino interés por Mozart?
-Tengo en mi agenda Manon, Hoffmann, Traviata, Lenski... Seguiré desgranando Don Carlo, Don José y Bohème... Otello sigue estando muy lejos. Igual de lejos que la última vez que dije lejos. Antes me esperan Andrea Chénier y Lohengrin, que es algo que eventualmente podría incorporar. Tampoco pienso desatender el repertorio barroco, y estoy en conversaciones con Emmanuelle Haïm para un Ulises de Monteverdi. Habrá tiempo para todo eso en una temporada en la que, efectivamente, me centraré sobre todo en Mozart. Haré Don Giovanni y Re pastore. Pero sin limitarme. Porque, mire, yo veo la ópera como una gran feria, en la que uno debe tratar de subirse a todas las atracciones que pueda. Con o sin boleto.

 ---

7 commentaires:

  1. "El salto sólo es salto si no hay red debajo."

    Wow, Rolando is getting a lot of great press lately! The media is well aware that when you interview Rolando, you will get someone unique, single-minded, courageous, unpretentious, passionate.

    Ulysses with Emmanuelle Haim is really exciting news. I always suspected they would work together again.

    And now we are just one week away from Rolando's debut at La Scala. Can you believe it?

    RépondreSupprimer
  2. Chaque nouvel entretien apporte un ou deux éléments nouveaux. Celui là, s'il reprend en grande partie les termes des précédents, nous annonce la grande nouvelle d'un futur Monteverdi avec E. Haim.
    Ce qui me surprend c'est le nom du chirugien qui a opéré Rolando, je croyais que c'était un français ???

    RépondreSupprimer
  3. Me gustan las entrevistas de Rolando...incluso cuando no estoy de acuerdo con el :)

    RépondreSupprimer
  4. Jajaja, Kende...es que Rolando es tan intenso, que efectivamente nos entran ganas de que decirle "NEN, no te subas en la montaña rusa cuando acabes de bajar de la noria, descansa un poco, tranquilooooo", pero él no nos hace ni caso y va como loco por toda la feria, abriendo unos ojos como platos en cada nueva atracción, a cada nuevo peligro". Y con una enorme sonrisa totalmente desarmante.

    Daniele, yo tambien creo que era un cirujano francés, no recuerdo ahora el nombre. Y creo que no es el único punto extraño de esta entrevista. Tambiense habla el autor de un recital en Madrid (junto al de Barcelona y San Sebastian), del que no sabemos nada (¡ojala no sea un error!). Y hace referencia a la "gira londinense", donde supongo que se debe referir al único concierto Handel que cantó en London.
    Joanna, yo me muero de ganas de oírlo otra vez cantando Monteverdi, dirigido por la Haïm!

    RépondreSupprimer
  5. Me gustó la entrevista, cómo fué entrevistado y cómo Rolando, va sacando cada vez más, yo diría una energía desafiante, muy buena para mi gusto...no importa si yo acuerdo o no, lo que a mi me importa es como él está demostrando cada vez más que no es sólo un muchacho carismático bonito y enrulado.
    Tiene coraje y usando una expresión que usa en el reportaje "pone todo en el asador"


    Teresa: la foto que has puesto es de colección!!!jajajaja

    RépondreSupprimer
  6. Danièle, you are right. In an interview for the Berlin Morgenpost (29.03.2010)Rolando said that the doctor who had helped him was Dr. Francois Leca. He had also treated Natalie Dessay.
    Kris

    RépondreSupprimer