L’Incoronazione di Poppea (drama musical con un prólogo y tres actos) es la última ópera escrita por Claudio Monteverdi, y su estreno tuvo lugar en Venecia en 1643. Fue la primera ópera que abandonó los palacios de la aristocracia italiana para representarse en un teatro público, el de San Giovanni e Paolo. Fue también la primera ópera cuyo sujeto dramático está basado en un episodio histórico y no en un mito o en una alegoría referida a la música
Gian Francesco Busenello es el autor del libreto, lleno de ironía, sobre un tema conocido por el público veneciano del siglo diecisiete, que probablemente estaba familiarizado con los relatos en que se inspiraba, los Anales del historiador latino Tácito, entre algún otro.. Ese público debía saber que según los relatos, Popea moriría en manos de Nerón, y Otón lo sucedería como emperador de Roma.
Pero en la ópera, el tema central es el Amor triunfante de Nerón y Popea, aún a costa de la Virtud y la Fortuna. Celebra la victoria de la pasión y la ambición, y trata sobre la ascensión de la dama noble Poppea hasta el trono que la debe convertir en emperatriz de Roma al casarse con el déspota Nerone, a costa de la muerte de Séneca y del destierro de la anterior emperatriz Ottavia y del pretendiente de Poppea, Ottone.
No es casualidad que quien escribió el libretto perteneciera a la libertina Accademia degli Incogniti, ni que se estrenara en carnavales. La ópera hace gala de una perfecta amoralidad (más que inmoralidad), ironía y sarcasmo y nos presenta a unos personajes fascinantes y llenos de contradicciones, que en ningún momento son juzgados ni clasificados de forma maniquea.
Con estos mimbres, el director de escena neoyorquino David Alden estrenó esta producción en 1997, en la Bayerische Staatsoper, con Ana Caterina Antoniacci como Poppea y David Daniels como Nerone.
Hoy, 3 de febrero, ha tenido lugar el estreno en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. En los papeles principales, Sarah Connolly, como Nerone y Miah Persson, como Poppea. En el resto del reparto, Jordi Domenech (Ottone), Franz-Josef Selig (Séneca) Maite Beaumont (Ottavia), Ruth Rosique (Drusilla) y Dominique Visse (Arnalta). Este último hizo el mismo papel en la primera produccion de 1997, y borda el papel. La dirección musical, de Harry Bickcket. Se ha creado para la ocasión la Orquestra Barroca del Gran Teatre del Liceu, compuesta por músicos de la orquesta titular.
Todo el reparto ha tenido un buen nivel, pero es de justicia destacar a las dos protagonistas, Connolly y Persson, ambas de una elegancia y nivel vocal elevadísimos. Los diferentes duetos entre Poppea y Nerone han sido pura delicia, de lo mejor en el Liceu en los últimos tiempos.
La conjunción entre la frescura de Monteverdi y la dirección escénica de David Allen da como resultado una representación de una gran potencia., con un perfecto equilibrio entre texto, música y montaje escénico: todo un espectáculo lleno de cinismo, intriga, alegoría, onirismo, exaltación de la pasión y dinamismo.
Verdes, fucsias, tablero de damas, lámparas de cristal de baccara, neón...los referentes estéticos de Allen son variados: Pop-art ? Kitsch radical? Cómic tintinesco? Mujeres al borde de un ataque de nervios? Thierry Mugler? La Bella y la Bestia de Disney ?...eso y muchas más cosas, pero no metidas en calzador, sino pasadas por el filtro de la ironía y la inteligencia, siempre tan unidas. La obra no es "una de romanos", nos habla de temas universales que permiten cualquier lectura escénica, y ésta potencia las pasiones e intrigas que en ella se muestran: UN GRAN ESPECTÁCULO !
El domingo pasado, día del ensayo general, había muchísima gente joven, que seguía “ojipláticamente” la obra. Oído en una conversación contigua, entre dos veinteañeros “pero ésto es del siglo XVII ? no puede ser, tío !”.
Como decía un comentario en un blog amigo, parece que cada vez la ópera barroca, junto a sus seguidores de siempre, atrae también a un público más renovado, quizá por la ausencia de prejuicios previos, tanto musicales como escenográficos.
Como decía un comentario en un blog amigo, parece que cada vez la ópera barroca, junto a sus seguidores de siempre, atrae también a un público más renovado, quizá por la ausencia de prejuicios previos, tanto musicales como escenográficos.
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He utilizado antes la palabra ESPECTÁCULO de manera muy intencionada, porque creo que, a pesar de que creo que no llevaría esta ópera entera en la Ipod, el resultado final de lo que hoy he visto por segunda vez es un espectáculo musical y teatral integral, apasionante, divertido y contundente.
Y tiene también momentos de un gran lirismo, de emotiva belleza amorosa. Os dejo este video de la primera producción, de 1997, cantado por Antoniacci y Daniels, un estremecedor Pur ti miro, pur ti godo. El de hoy, en el Liceu, no le anda a la zaga, se le puede aplicar el título: la segunda vez he disfrutado aún más que la primera.
Y tiene también momentos de un gran lirismo, de emotiva belleza amorosa. Os dejo este video de la primera producción, de 1997, cantado por Antoniacci y Daniels, un estremecedor Pur ti miro, pur ti godo. El de hoy, en el Liceu, no le anda a la zaga, se le puede aplicar el título: la segunda vez he disfrutado aún más que la primera.
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Retransmisiones de Catalunya Música y Radio Classica de RNE
L'incoronazione di Poppea de Claudio Monteverdi
10 de febrero - 20.00h - En directo - Gran Teatre del Liceu.
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Gracias por la crónica. Me alegra saber que te ha gustado, coincido en lo que dices, es una obra a la que se le puede sacar mucho partido, combina magistralmente drama, lirismo y humor, además ha aguantado perfectamente el paso del tiempo.
RépondreSupprimerTengo ganas de verla...no la he oído entera nunca, como sucede con algunas (bastantes) óperas barrocas, de ahí mi curiosidad. A Miah Persson la he visto, siempre con Mozart, y me encanta, así que espero disfrutar cuando vaya. Ya os contaré. No me entusiasma el barroco como tampoco me entusiasma la ópera contemporánea, a priori, pero tanto en un caso como en el otro me he encontrado con sorpresas muy agradables más de una vez.
RépondreSupprimerLa Poppea es la primera ópera donde los personajes son tridimensionales y no simples estereotipos. Aún hoy, más de tres siglos después de su estreno, no hay muchas otras óperas de las que se pueda decir lo mismo y de cuyo libreto se pueda sacar tanto jugo. Musicalmente, como toda la obra de Monteverdi, es una delicia. Estoy de acuerdo en que la disfrutarán más quienes vayan con la mente abierta que quienes esperen encontrar en ella paralelismos con el lenguaje musical de otras óperas posteriores. Me alegro de leer que ha gustado a los jóvenes, me hace ver el futuro de forma optmista.
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